- El Instituto para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA Internacional) señala un declive global en la democracia.
- América Latina se prepara para un año electoral transformador, con elecciones en El Salvador, Panamá, República Dominicana, México, Uruguay y Venezuela.
En el transcurso del 2024, nos encontraremos en un escenario electoral sin precedentes, en 76 países se llevarán a cabo elecciones presidenciales. Este fenómeno histórico, que difícilmente se repetirá hasta el 2048, adquiere una dimensión global al involucrar a más de 2.000 millones de personas, según cálculos realizados por The Economist. Entre los gigantes geopolíticos destacan Estados Unidos, India, Rusia y la Unión Europea, cuyos procesos electorales resonarán a nivel internacional.
El Instituto para la Democracia y la Asistencia Electoral (IDEA Internacional), con sede en Estocolmo, emitió un informe que destaca un declive en la democracia a nivel mundial. Las amenazas a la integridad de los procesos electorales, la independencia del poder judicial, la seguridad y la libertad de expresión están socavando incluso a países con sistemas democráticos consolidados.
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En el escenario estadounidense, las primarias aún están por celebrarse, pero se espera que los candidatos sean los conocidos contendientes de 2020: el demócrata Joe Biden y el republicano Donald Trump, quienes representan visiones antagónicas del país. Paralelamente, los rusos están convocados a votar el 17 de marzo en unas elecciones federales, siendo la primera desde el inicio de la guerra en Ucrania en 2022. El actual jefe del Kremlin, Vladímir Putin, se postula para la reelección por quinta vez desde el año 2000. Estas elecciones, que carecen de candidatos abiertamente opositores, serán un referendo implícito sobre la campaña militar rusa en Ucrania.
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Ucrania, por su parte, figura en el calendario electoral para elegir un nuevo gobernante en 2024. Sin embargo, la incertidumbre prevalece debido al vencimiento del mandato del presidente Volodímir Zelenski el 31 de marzo. La ley marcial vigente por la guerra con Rusia impide la convocatoria a elecciones, aunque se vislumbra la posibilidad de legislación para modificar esta restricción. Estos eventos electorales no sólo determinarán el curso político de naciones específicas, sino que también reflejarán los desafíos globales a la democracia que enfrentamos en la actualidad.
Más allá de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, el foco se amplía hacia Latinoamérica, este conjunto de elecciones no sólo definirá los destinos políticos de diversas naciones, sino que también proyectará un panorama internacional moldeado por la participación de una población que busca influir en el curso de los acontecimientos en esta era digital.
El ciclo electoral latinoamericano comenzó con las elecciones generales en El Salvador el 4 de febrero, donde el presidente en licencia, Nayib Bukele, obtuvo la reelección, desafiando las restricciones constitucionales. A pesar de las controversias que rodean su mandato, Bukele ha consolidado un fuerte respaldo popular gracias a sus políticas de “mano dura” contra el crimen, aunque ha enfrentado críticas por concentrar poder y violar derechos humanos.
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Este año también presenta una pregunta crucial para la región: ¿se mantendrá la tendencia de que los opositores ganen en las elecciones, como ha sido la norma en los últimos años?.
Además de El Salvador, se esperan elecciones presidenciales en Panamá (5 de mayo), República Dominicana (19 de mayo), México (2 de junio), Uruguay (27 de octubre) y Venezuela (segundo semestre del año). En México, la exjefa de gobierno Claudia Sheinbaum, del partido Morena, lidera las encuestas, lo que podría llevar a la elección histórica de la primera mujer presidenta en el país. En otros casos, como en Panamá y Uruguay, la competencia electoral parece más reñida, mientras que, en Venezuela, la incertidumbre persiste debido a la compleja situación política.
En resumen, el año electoral 2024 en América Latina promete ser un periodo de transformación política que podría desafiar las tendencias previas y configurar un nuevo mapa de poder en la región.
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