El sector panificador en Colombia es quizás el que, en materia de micro, pequeñas y medianas empresas, más aporta al país. Según Héctor Javier Galindo, presidente de Adepan, la industria ha registrado recientemente ventas superiores a los 3 billones de pesos, entre panes industriales y artesanales, presentando un crecimiento del 4,1% para 2014. Este comportamiento dinámico ha venido acompañado de importantes retos relacionados con los bajos niveles de formalización y poco reconocimiento nacional.
La industria panificadora en el país está conformada por compañías industriales, medianas, y pequeñas o puntos calientes. Las empresas industriales son aquellas que venden variedad de referencias de pan empacado; por su parte, las compañías medianas se caracterizan por tener sus marcas propias, mientras que las panaderías de punto caliente que por tradición tienen procesos artesanales o semi-industriales capturan más del 70% del mercado. A nivel nacional los principales actores del mercado se ven conformados por:
Estados Financieros con corte a diciembre de 2014 (datos en millones de pesos)
El pan es uno de los alimentos esenciales en la dieta de los colombianos; sin embargo, nuestra nación presenta uno de los menores consumos per cápita. De acuerdo con el director de Adepan “Colombia con 23 kilos de pan per cápita se distingue como el segundo país de Latinoamérica con más bajo consumo después de Haití, por debajo, entre otros, de Chile y Argentina que consumen entre 60 y 90 kilos de pan por persona”.
Además, el consumo de pan en Colombia no ha crecido durante los últimos dos años pese a la globalización e internacionalización del comercio debido a que en la economía local se tiene la precepción latente de que el pan engorda; aunque suena poco relevante, está impactando directamente al sector. El promedio de 23 kilogramos de pan que consume cada colombiano al año, dista considerablemente de los 75 kilos por persona que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Fuente: Revista IAlimentos
El bajo consumo de pan en el país hace que producir sea costoso. Adicionalmente, la dependencia de los precios internacionales genera que, con los actuales niveles de tasa de cambio, importar la harina sea mucho más oneroso.
A futuro la probabilidad de que exista un crecimiento en el consumo per cápita en el país es baja. Lo que sí existe, es espacio para crecer en nichos específicos y desarrollar negocios rentables en panadería y pastelería. La identificación de estas variables se convierte en el principal reto del empresario.
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