En marzo del año pasado Chipotle nombró a Brian Niccol como su nuevo CEO, quién venía de desempeñarse en la dirección de Taco Bell. Assaf Ronen era el director del segmento de compras por voz de Amazon, quién desarrolló la aplicación Alexa, este ejecutivo fue contratado por Uber para reemplazar a su jefe de desarrollo de productos. En 2015 Hyundai contrató a Albert Biermann, vicepresidente de ingeniería de BMW M, para el desarrollo de una nueva división de gama alta de la marca. En 2012, Gianfranco Lanci, CEO de Acer, fue nombrado jefe de operaciones de Lenovo en Europa, Oriente Medio y África. Douglas Conant fue contratado como presidente y CEO de Campbell’s Foods en 2001, después de haber estado en Nabisco Foods. En 1995 Gil Amelio pasó de ser el CEO de National Semiconductor al de Apple. Estos son solo algunos ejemplos de la gran cantidad de movimientos que se dan en las direcciones de las compañías, donde los cambios provienen muchas veces de las empresas de la competencia (¿Es Buena Idea Contratar al CEO de la Competencia?). ¿Es este un ejemplo de que el liderazgo se ha convertido en una profesión y por ende sujeta a la mercantilización?
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En la actualidad se evidencian los casos donde un líder pasa de una empresa a otra. En el mundo de las tribus esto era algo impensado y se convertiría en un grave error. El que nacía, moría en la misma tribu, pues pertenecer a ella por siempre era el ejemplo del compromiso permanente.
A finales del siglo XVIII se gestó el paso de la economía rural a la industrial (Evolución Histórica del Liderazgo: del Legado al Coeficiente Intelectual y Emocional), donde se presentó la mecanización de los procesos productivos, la construcción del ferrocarril y la aparición del barco a vapor. Las empresas se volvieron cada vez más grandes y complejas, y sus dueños veían limitaciones para continuar al mando por si solos. La única forma de poder continuar creciendo era conseguir capital y de ahí la aparición de los inversionistas, quienes eran los nuevos dueños de las compañías y deben contratar a alguien para que manejen la empresa por ellos. Ahí es cuando el liderazgo se convirtió en una profesión.
Adam Smith, uno de los padres de la economía clásica, anotó que profesionalizar al líder generaba un enorme conflicto de intereses, pues los dueños de las empresas estaban contratando a personas que quieren maximizar sus propias ganancias así sea a expensas de las ganancias de la firma (¿Son Necesarias la Honestidad y la Integridad para Liderar?).
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