Conocer los tipos de personalidades al interior de la empresa es una ventaja y puede incidir positivamente en el relacionamiento con las personas de la compañía y en un entorno de negociación profesional.
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Según el indicador Myers – Briggs existen cuatro tipos básicos de personalidad, aunque estos pueden tener diferentes nombres y mezclarse, dependiendo de las personas. Aún así, existen ciertas características que predominan, tanto en los negocios, como en la vida.
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De esta forma, se tiene la personalidad Dominante, característica de aquellos que trabajan centrados en los objetivos y ocupan posiciones importantes dentro de las organizaciones, con un nivel de mando importante y cuyas labores requieren de la toma de decisiones. Estas personas se destacan además por simplificar procesos e ir al grano con el cumplimiento de sus metas.
Existe también el tipo de personalidad Expresivo, rasgo común en aquellos que cuentan con una capacidad natural para persuadir y utilizar su extroversión en beneficio. Las personalidades expresivas son optimistas y competitivas, por lo que sus cualidades se adaptan muy bien con funciones que implican atención al cliente, ventas, mercadeo, gracias a la facilidad que tienen para establecer relaciones interpersonales y mantener un foco entusiasta en los equipos y los negocios.
Por otro lado, existe la personalidad introvertida, que corresponde a personas extremadamente analíticas, quienes piensan con cuidado antes de realizar cualquier movimiento o acción. Los introvertidos no se guían por las acciones derivadas de las emociones, sino por los hechos concretos y los datos, actuando de manera racional en todo momento para evitar cometer errores.
Finalmente, se encuentra la personalidad racional, que agrupa algunos rasgos de los expresivos, pero sin dejarse llevar por el impulso competitivo. Estas personas suelen ser empresarios que trabajan mejor en un entorno de grupo y son reconocidos por sus relaciones sanas con los demás. A su vez, pueden ser introvertidos, tolerantes y seguir ordenes con facilidad.
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A pesar de estas características generales, existe un trastorno compartido por todas las personalidades, en las distintas edades, denominado como el síndrome del impostor. Este síndrome es identificable cuando el individuo, que ha construido una carrera catalogada como exitosa a partir de logros académicos importantes y una reputación de respeto, piensa que todo ha sido por suerte en el camino.
Según un estudio de la doctora Valerie Young, especialista en el tema, siete de cada diez personas sufren, o han sufrido alguna vez en su vida, del síndrome del impostor.
Por su parte, Aida Baida Gil, autora del libro Cómo superar el síndrome del impostor, sugiere que aquellos que lo sufren tienen una sensación constante de que todo lo conseguido obedece a factores ajenos a ellos mismos, por lo cual no se sienten competentes, llegando a pensar, incluso, que son un fraude. Baida Gil explica que este fenómeno es visto especialmente en posiciones donde la competencia es alta y calificada.
Existen, además, distintas dinámicas que determinan este fenómeno, entre ellas, cuestiones familiares, como la comparación con los hermanos, o los estereotipos sexuales, entre los que se destacan las brechas salariales entre hombres y mujeres y la presión sobre las profesionales que son madres.
Por este motivo, aquellas personas que sufren de este síndrome son muy exigentes frente a la competencia y el fracaso, no corren grandes riesgos y en ocasiones sienten temor de dar un paso hacia adelante en su carrera por miedo de no estar a la altura.
Para evitar esta sensación, de acuerdo con Aida Baida, es necesario agradecerse a sí mismo los esfuerzos realizados, lo cual permitirá tomar conciencia del conocimiento y el valor invertido hasta el momento.
Finalmente, todos los tipos de personalidad pueden ser exitosos, ya que todo se reduce a un asunto de motivación y actitud.
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