A pesar de la difícil situación que actualmente aqueja al país vecino, Venezuela, el final de la hecatombe parece no estar tan cerca. Por lo menos, es la idea que tienen importantes analistas conocedores en profundidad de la realidad que vive esa nación, quienes aseguran que la continuidad de Nicolás Maduro en la presidencia de Venezuela se encuentra en una pelea contra el tiempo, cuyo punto de decisión es el cierre del 2016.
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Autor: Stefkuh
La oposición del gobierno venezolano presentó la propuesta para realizar la revocatoria de mandato presidencial. La iniciativa recogió cerca de 1 millón ochocientas mil firmas y fueron pasadas al Consejo Nacional Electoral, CNE, lo cual constituye el primer paso para llevar a cabo el referéndum revocatorio de mandato. El problema radica en que la oposición del gobierno venezolano cuenta con siete meses si quiere ir a elecciones, pues la constitución del país determina que pasado el 50% del periodo presidencial el ejecutivo podrá ser destituido de su cargo, pero no se podrá realizar elecciones, sino que el poder debe quedar a cargo de quien fuese vicepresidente.
Visto de otra forma, de realizar la revocatoria de mandato antes de finalizar el año se deben llevar a cabo elecciones para elegir el sucesor. Si el revocatorio se realiza el otro año, el chavismo asegura el control del poder hasta el 2019, cuando termina el periodo presidencial. Ahí que la estrategia de Nicolás Maduro sea aplazar su posible caída, aunque para ello deba enfrentarse a los problemas de inflación, desabastecimiento, desempleo y a las presiones internacionales (Ver: ¿Estados Unidos Manipula el Precio del Petróleo por Intereses Geopolíticos?).
Con ese proceso en curso, surge la pregunta: ¿cuándo se dará el fin de la Venezuela como la conocemos? Al respecto se podría pensar que los venezolanos son conscientes de la difícil situación que están viviendo, del retroceso y la inestabilidad que ha tenido el país desde que Hugo Chávez subió al poder y que profundizó al actual presidente. Al principio, el nuevo direccionamiento político y económico aparecía como la solución a todos los problemas; hoy, el modelo deja ver que no es sostenible, como tampoco lo fue en los tiempos de la Rusia comunista.
Y la cuestión no es exclusivamente de política o de normatividad, se trata de los fundamentos económicos o la historicidad de Venezuela, un país que ha estado gobernado casi siempre por militares, los cuales tienen inclinaciones a establecer dictaduras, pero que son torpes en la toma de decisiones e implementación de soluciones. Por el lado económico no ha sido diferente, el estatus de los venezolanos derivaba del auge del petróleo, un factor en extinción, y por eso no fortalecieron la producción interna, menos ahora, cuando no hay garantías y por lo tanto no hay incentivos a invertir (Ver: ¿Cómo la FED Incide en los Precios del Petróleo y el Dólar?).
Estos hechos han llevado al país vecino a un punto donde la población aguanta, resiste, pero que, de continuar, explotará. El dinero no alcanza por la alta tasa inflacionaria, no hay empleo, los alimentos faltan, la criminalidad está desbordada, no hay medicinas y servicios como la luz y el agua están restringidos; en otras palabras, la calidad de vida de los venezolanos está deteriorada.
Los vientos de cambio ya se perciben por lo menos en intención, habría que esperar cuánto tarda en ejecución. La favorabilidad de Nicolás Maduro es del 22%, el precio del petróleo pueda que se recupere, pero no a los mismos niveles de principio de este siglo, el poder se basa en el sometimiento, porque de ir a elecciones la oposición terminará triunfando y cuando eso ocurra es cuando se terminé, quizá, el legado de Chávez, cada vez más débil por una Cuba que se abre al mundo, una izquierda Argentina derrotada y al igual que la de Brasil, atiborrada por los escándalos de corrupción, por el débil apoyo Ruso y Chino y por la difícil coyuntura económica de los países emergentes (Ver: Perspectiva Económica de América Latina).
De esta forma, el cambio en Venezuela llegará cuando el poder sea tomado por la oposición, que a pesar de tener un apoyo que se ha ido ampliando, está fraccionada, un error que el gobierno actual aprovecha. Lo que sigue es confirmar las firmas para luego autorizar la recolección de cuatro millones de rubricas que permitan convocar el referendo, realizarlo y esperar resultados, donde el “sí”, con 7,5 millones de votos, aseguraría la salida de Maduro. En este orden de ideas, se prevé que será el actual vicepresidente de Venezuela quien se quede hasta el 2019. Mientras tanto, tres años debe resistir Venezuela, antes que surjan importantes cambios o, al menos, eso es lo que se espera.