Puerta de Brademburgo en Berlín, emblema alemán. Archivo Sectorial.co
Alemania fue un país que creó, apoyó y murió por Adolf Hitler; en 1939 con la invasión a Polonia, el país fue el originador de la segunda guerra mundial, con el ideal de la Alemania Nazi de crear un gran imperio en Europa. Los resultados fueron más de 50 millones de personas muertas, la Unión Soviética y los Estados Unidos se alzaron como potencias rivales y se desató la guerra fría.
Una Alemania totalmente destrozada fue dividida en 1949 por el bloque occidental y comunista. El bloque occidental era apoyado por el Plan Marshal y el bolsillo estadounidense, que buscaba la reconstrucción de los países europeos después de la segunda guerra mundial y especialmente detener el avance comunista. El bloque comunista era apoyado por la extinguida Unión Soviética y buscaba la expansión de los estados como democracia popular, declarando que la igualdad y la justicia social están por encima de la libertad individual, pero poco a poco se convierten en dictaduras de partido, en las que no se garantiza la igualdad ni la justicia social.
El 3 de octubre de 1990, las dos diametralmente opuestas República Democrática Alemana (bloque comunista, apoyado por la Unión Soviética) y la República Federal Alemana (bloque capitalista, apoyado por los Estados Unidos) se unen. Margareth Thatcher (conocida como la Dama de Hierro), Primera Ministra del Reino Unido entre 1979 y 1990, y François Miterrand, Presidente de la República Francesa de 1981 a 1995; trataron por todos los medios que Alemania no se unificara, pues su fuerza iba a ser irresistible.
Hoy, 21 años después de la unión de las alemanias, encontramos que ni la Dama de Hierro, ni el ex-presidente francés se equivocaron. Estamos presenciando como Alemania es el país líder indiscutible de la Europa actual; es allí donde se concentra el poder económico de la zona, donde se encuentra el Banco Central Europeo, tiene la banca más fuerte de la región, cuenta con un bajo desempleo, confianza fiscal y una de las deudas soberanas más seguras del mundo.
Ayer Alemania estaba en ruinas, hoy es el líder de Europa. Por esto es que la nación puede exigir a los demás países miembros de la región que si quieren un rescate económico, deben someter su soberanía a un poder central que tenga el control sobre sus gastos y endeudamiento, lo cual ha sido foco de preocupación, envidia y miedo de toda la zona frente al poder germano.
Al miedo por el desbalance de poder se une la envidia del poder alemán. Cuando algunos países se dieron a la tarea de relajarse pues estaban al interior de la Unión Europea, Alemania centro sus esfuerzos en trabajar y trabajar; y hoy es Europa quién tiene que ser rescatada por Alemania, su antiguo enemigo.