En Colombia, el 98% de las personas aseguran comer pan. Sin embargo, el país ocupa el quinto lugar en América Latina en consumo per cápita con 23 kilogramos por año, superado por Chile, que es el primero con 96 kilogramos, y Argentina, donde consumen 76 kilogramos. En Europa se tienen niveles mayores.
De acuerdo con Rocío Molano, jefe nacional de panadería de Levapán, la innovación juega un rol fundamental: “en el negocio se tiene que empezar en el tema de la difusión, ofrecer algo que no se ha visto en ninguna parte. En los alimentos se puede jugar con la combinación de sabores”. Entre Las opciones a implementar se encuentra la adición de elementos saludables, con el fin de erradicar la percepción de que el pan engorda. Y es precisamente sobre el tema de la salud que el sector panificador gira. En la actualidad, los panes integrales ganan terreno, dado que al ser elaborados con granos completos evitan problemas de salud, como la presión arterial alta o hipertensión, la diabetes, el cáncer, enfermedades del corazón, altos niveles de colesterol y riesgos de estreñimiento y diverticulósis. De ahí que esté en auge el uso de la harina integral, la harina de avena y la harina de maíz integral para la producción de pan.
En cuanto al comercio internacional, las expectativas son amplias. El sector tiene oportunidades en mercados como el de Nicaragua, que facilita importación de productos colombianos eliminando impuestos del 35%. Similar caso ocurre con Ecuador, donde el presidente Lenín Moreno ha mostrado una mejor cara en torno a las relaciones comerciales con Colombia y que desde luego incluyen productos del sector panificador. A nivel global y siguiendo los estudios de Euromonitor, se espera que la industria panificadora crezca a pasos agigantados, hasta alcanzar un valor total de mercado de 442 mil millones de dólares en 2020.
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