Como Primavera Árabe se conoce la serie de revueltas populares que iniciaron en 2011 en diversos países del Magreb y que se extendieron a todo el mundo árabe, terminando con varios gobiernos y con la intervención de las fuerzas armadas de Estados Unidos y sus aliados (La Primavera Árabe, de la Esperanza a la Decepción). Sus causas son complejas dado que las reivindicaciones y reclamos en cada nación eran diferentes, sin embargo, existían elementos comunes como la situación económica, la corrupción y la falta de garantías democráticas.
Fuente imagen: shutterstock
En Venezuela se iniciaron protestas debido a la falta de legitimidad del gobierno de Nicolas Maduro, las cuales llevaron a la proclamación de un presidente interino que deberá a llamar a elecciones. En ambos casos, la protesta social está motivada por la insatisfacción de la población frente a las condiciones sociales, económicas y políticas de sus respectivos países. (¿Cómo y Cuándo Saldrá Venezuela de la Crisis Económica que Afronta?)
En el caso de la Primavera Árabe, las naciones no habían logrado recuperarse de la crisis económica del 2008, lo cual causó un aumento de la pobreza y la desigualdad. En particular, países como Egipto y Marruecos, que dependen del turismo y la exportación de manufacturas, se resintieron por la crisis internacional. Por su parte, Venezuela tuvo una bonanza económica gracias a los elevados precios del petróleo, no obstante, una vez comenzaron a caer a mediados del 2015, la nación suramericana entró en un proceso de empobrecimiento paulatino marcado por la escasez de bienes básicos y la hiperinflación.
Si bien Venezuela no era una democracia perfecta, antes del inicio del chavismo el país contaba con mayores libertades democráticas. Con los gobiernos de Chávez y Maduro los derechos de los ciudadanos disminuyeron, llevando al cierre de medios de comunicación, el aumento de los presos políticos y limitando la separación de poderes. Así mismo, los países musulmanes vivían en medio de regímenes donde los ciudadanos contaban con muy pocas garantías para ejercer libremente sus derechos, en particular las mujeres. Incluso, en algunos casos el mismo gobernante había permanecido durante décadas en el poder.
Otro punto relevante es la posición de la comunidad internacional. En 2011 existía cierto conceso en cuanto a la situación que se generaba a raíz de las protestas. Así lo demuestra la resolución 1973 del consejo de seguridad de las Nacionales Unidas, en la cual se ordenaba a los países miembros del consejo intervenir militarmente a Libia, dado que el gobierno de dicho país había desacatado las resoluciones anteriores que ordenaban el cese de hostilidades contra los civiles y las violaciones a los derechos humanos.
En el caso venezolano persiste una clara división respecto a la legitimidad del gobierno actual. Mientras que gran parte del mundo occidental exige la salida del poder de Maduro, la Federación Rusa fue enfática en que no permitiría una intervención directa en Venezuela y reconoce a Nicolás Maduro como el auténtico presidente del país.
Entre tanto, en Oriente Medio no se han logrado consolidar las democracias que las protestas de la Primavera exigían. Libia, por ejemplo, está fraccionada en tres estados, cada uno apoyado por una potencia regional, pero ninguno con capacidad de reunificar el país. En Egipto el ejercito mantiene el poder desde la caída de Mubarak y hoy en día aún se cometen violaciones a los derechos humanos.
Si bien en ambos casos las protestas se dieron como respuesta al deterioro de las condiciones económicas, políticas y sociales de la mayoría de la población, el elemento diferenciador es que en Venezuela existían instituciones democráticas consolidadas antes de la actual crisis, lo que brinda mayores probabilidades a esta nación de retomar la dirección sin requerir de una intervención militar interna o externa.