Durante el tercer trimestre del año la economía japonesa se contrajo 0.5% con respecto al periodo anterior, acumulando dos trimestres de caídas de forma consecutiva, situación que técnicamente se conoce como recesión y por la que ya ha atravesado varias veces el país en los últimos años. Este y otros hechos han llevado a que la deuda de largo plazo del país se encuentre bajo vigilancia y las principales agencias ya están evaluando bajarle la calificación al país, de hecho Moody´s lo hizo durante la primera semana de diciembre, a raíz de las dudas acerca de la capacidad de la isla para llevar su deuda a niveles aceptables.
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Japón es un país insular ubicado al este del continente asiático, considerado una de las principales potencias económicas mundiales después de Estados Unidos y China, y uno de los líderes del comercio mundial. Las industrias que mueven a esta isla de tan sólo 377.835 kilómetros cuadrados y casi 127 millones de habitantes; son los seguros, la banca, las telecomunicaciones, el sector inmobiliario, el comercio y el transporte.
Los habitantes de la tierra del sol naciente se caracterizan por una fuerte ética del trabajo, lo que ha contribuido a su crecimiento económico. Sus sectores productivos funcionan bastante bien por una especie de clúster denominados keiretsu, pero que en lugar de una red, funcionan de forma centralizada, articulando a los productores en todos los eslabones productivos alrededor de una empresa bien consolidada y aunando esfuerzos para lograr cumplir con los objetivos de producción y posteriormente distribuir los beneficios de forma equitativa. Es un sistema regularizado que mejora la eficiencia.
Teniendo en cuenta lo descrito anteriormente, bien vale la pena preguntarse ¿qué le está sucediendo a una economía considera como referente mundial de crecimiento y prosperidad económica?
Antes de la recesión de 2008, el ratio de deuda de Japón con respecto al PIB era de 190%, las medidas de estímulo fiscal aplicadas a raíz de la situación económica que generó la crisis agravaron aún más el panorama, aumentando los déficit presupuestarios en más de 9% entre 2009 y 2010. Este déficit acumulado deteriora más las finanzas públicas y para el año 2010 la deuda del país nipón se situaba en 220% y en el año 2011 sobrevino un terremoto sobre la isla lo que nuevamente afectó el presupuesto.
A punto de finalizar el 2014 el PIB se contrajo 1.9% interanual y la deuda del país es cercana al 240%. La caída estuvo arrastrada por el menor gasto de las empresas y del gobierno, esto debido al alza de 3 puntos porcentuales en el IVA que realizó en abril el gobierno (pasando de 5 a 8%), la economía se debilitó y por ello el primer ministro, Shinzo Abe, ha decido postergar para el año siguiente otras subidas y citar a elecciones anticipadas para evaluar la percepción de su política económica.
Nuevos incrementos del impuesto son necesarios para contribuir a hacer sostenible la deuda, pero los anuncios de medidas de política fiscal expansiva que no están en línea con la disminución del déficit primario que el país requiere, han hecho dudar sobre la capacidad de honrar los pagos.
Aunque la confianza empresarial en el país es buena, las exportaciones han estado creciendo, por la depreciación del yen los rendimientos de las inversiones son altos y se cree que esta recesión no se prolongará mucho. Moody´s ha rebajado la calificación de Japón de AA3 a A1 por sus dudas sobre la reducción de la deuda de un país que para la agencia tenía la cuarta mejor calificación crediticia.
La sostenibilidad de las obligaciones implica la capacidad de atender en cualquier momento el servicio de la deuda pública acumulada y esto exige solvencia y liquidez por parte de los gobiernos. Es un concepto de corto plazo, pero la solvencia implica la capacidad a futuro de hacerle frente a los compromisos con los ingresos y mediante la disponibilidad de recursos en los mercados financieros para atender los pagos. La deuda deja de considerarse sostenible cuando las políticas fiscales dejan de ser factibles en términos políticos y económicos.
Japón tiene necesidad de una consolidación fiscal hace varios años para poder recuperar el margen de maniobra de la política fiscal que en la actualidad es bastante restringido, además un país con una deuda poco sostenible es bastante vulnerable a choques macroeconómicos que deterioren el crecimiento y generen subidas en los tipos de interés.