El sector de salud colombiano lleva varios años afrontando dificultades por la falta de regulación, el incremento en la demanda de servicios de la población, las insuficientes fuentes de financiación para garantizar el equilibrio del sistema, debilidades en el flujo de información, entre otros. Pese a ello, medidas de control y de financiación que se han tomado recientemente y otras que se espera sean promovidas el próximo año generan expectativas de un comportamiento más favorable.
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En los últimos años y en lo corrido de 2019 el Producto Interno Bruto del sector salud ha evolucionado de manera positiva, lo que parece contradictorio con la percepción generalizada de que el sector experimenta dificultades, sin embargo, pese a que cada vez se prestan una cantidad mayor de servicios en salud la población tiene más alternativas terapéuticas y demanda una cantidad de servicios que los recursos y la gestión de los mismos no alcanza a cubrir. Por otro lado, este indicador no alcanza a captar los efectos producidos por las dificultades en el flujo de recursos, los elevados niveles de cartera vencida de los prestadores, lo que ha llevado al Gobierno Nacional a plantear alternativas como la Política de Atención Integral en Salud (PAIS) y el Modelo de Acción Integral Territorial (MAITE).
La preocupación por las fuentes de financiación para la atención en salud de una población que cada vez demanda más servicios en un mercado donde diariamente se generan nuevas alternativas terapéuticas preocupa a varias regiones del mundo y Colombia no es la excepción. Las deudas que se acumulan anualmente con los prestadores de servicios muestran que los recursos no son suficientes y que el país tendrá que plantearse alternativas de financiación para poder equilibrar financieramente la operación del sistema.