Héroe nacional sudafricano, icono de la lucha contra el Apartheid y contra el racismo en todo el mundo, “He luchado contra la dominación blanca y he luchado contra la dominación negra. He alimentado el ideal de una sociedad libre y democrática en la cual todas las personas vivan juntas en armonía y con iguales posibilidades. Es un ideal por el cual espero vivir. Pero, si es necesario, es un ideal por el cual estoy dispuesto a morir.” Fueron las palabras de Nelson Mandela en un discurso en Nueva York, en 1986. En este 2013 falleció a sus 95 años.
Foto: www.sxc.hu (Autor:ben parer)
El Apartheid fue llamado así porque significa “separación” en afrikáans una lengua germánica hablada principalmente en Sudáfrica y Namibia, es un fenómeno de segregación racial que se dio en Sudáfrica implantado por colonizadores ingleses, como símbolo de una continua discriminación política, económica, social y racial. Este sistema consistía principalmente en la división de los diferentes grupos raciales para promover el “desarrollo”. Todo este movimiento estaba dirigido por la raza blanca, que instauró todo tipo de leyes que cubrían, en general, aspectos sociales. Una ley promulgada en 1950 reservaba ciertos distritos en las ciudades donde sólo podían ser propietarios los blancos, forzando a los no blancos a emigrar a otros lugares. Las leyes establecieron zonas segregadas tales como playas, autobuses, hospitales, escuelas y hasta bancos en los parques públicos. Las personas de color debían, por otra parte, portar documentos de identidad en todo momento y les estaba prohibido quedarse en algunas ciudades o incluso entrar en ellas sin el debido permiso. Se hacía una clasificación racial de acuerdo a la apariencia, a la aceptación social o a la ascendencia.
En 1944, Mandela ingresó al Congreso Nacional Africano, un partido en defensa de los derechos de la población negra que, a poco de comenzar el Apartheid en 1948, inició una campaña de desobediencia civil, para enfrentar la segregación racial institucionalizada por el Partido Nacional gobernante. En aquellos años militó ofreciendo asistencia legal y se destacó en la lucha pacifista. Sin embargo, junto a muchos otros militantes, fue detenido y acusado de traición a su país, siendo encerrado desde 1956 hasta 1961. En aquellos años, el Congreso Nacional Africano sufría los avatares de la radicalización de los activistas panafricanos y las alianzas con los comunistas sudafricanos. Pero luego del aumento de la represión del régimen, Mandela encabezó el pase a la resistencia armada, formando la guerrilla “Lanza de la Nación”. Poco duró y en 1962 fue apresado y sentenciado, primero a cinco años de prisión con trabajos forzados, y luego, a pesar del creciente protagonismo internacional de su figura, fue condenado a prisión de por vida.
Mientras estaba encarcelado, Mandela se convirtió en un símbolo de la lucha contra el Apartheid dentro y fuera del país, una figura legendaria que representaba la falta de libertad de todos los hombres negros sudafricanos. Las presiones locales e internacionales sobre el gobierno de Sudáfrica para dejar a Mandela en libertad, eran notorias y en 1989, Sudáfrica llegó a una encrucijada cuando el presidente Botha sufrió un derrame cerebral y fue sustituido por Frederik Willem de Klerk, quien anunció la liberación de Mandela en febrero de 1990.
Tras su liberación el 11 de febrero de 1990, Mandela lideró a su partido en las negociaciones para conseguir una democracia multirracial en Sudáfrica, lo que se consiguió el 27 de abril de 1994, cuando ganó las primeras elecciones multirraciales. La fecha histórica, conocida como Día de la Libertad, es celebrada cada año en ese país. Su mandato terminó en 1999.
La política del Apartheid creaba cada vez más controversias y oposición de la comunidad internacional. Se habían impuesto sanciones económicas; algunas incluso requerían la desinversión total en Sudáfrica. La moneda sudafricana, el rand, llegó a un nivel tan bajo que el gobierno se vio obligado a declarar un estado de emergencia en 1985 que se mantuvo durante cinco años.
Entre 1990 y 1991 fue desmantelado el sistema legal sobre el que se basaba el Apartheid. En marzo de 1992, en la última ocasión en que sólo los blancos votaron, un referéndum le concedió facultades al gobierno para avanzar en negociaciones para una nueva constitución con el African National Congress ANC y otros grupos políticos. Las mismas se prolongaron durante largos meses, pero finalmente las partes llegaron a un acuerdo sobre un borrador de constitución y a una fecha tentativa para las nuevas elecciones: éstas se producirían entre el 27 y el 29 de abril de 1994.
Desde entonces, el país comenzó a adaptarse a su nueva realidad, sin Apartheid, pero cargando con una historia de discriminación. la Sudáfrica después del Apartheid ha enfrentado fenómenos positivos, como el aumento de su clase media negra. Jóvenes que antes veían limitadas sus posibilidades por las leyes raciales hoy lideran un país que ha promovido la diversidad. Sin embargo, a ello se suma la migración de los blancos, más de un millón ha dejado el país desde 1995, según el South African Institute of Race Relations, una cifra representativa, considerando que los blancos eran cerca de cuatro millones en el momento del fin del Apartheid. A su vez, la población negra creció casi ocho millones, de 31,5 millones a más de 39 millones.