Colombia es el cuarto país más biodiverso del mundo, precedido por Brasil, Sudáfrica y Madagascar. Esta característica lo ha convertido en un objetivo para cazadores y traficantes. En el primer semestre de 2018, el tráfico de fauna creció 26% respecto al mismo periodo del año anterior. Los departamentos con más presencia de esta actividad delictiva son Sucre, Córdoba, Cesar, Bolívar y Amazonas. Por su parte, Bogotá es la ciudad donde más se comercializan animales silvestres. Los más comunes son: guacamayas, loros, aves de todo tipo, monos, tortugas y serpientes.
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El tráfico de animales silvestres es un mercado ilegal que mueve anualmente cerca de 150 mil millones de pesos. Tanto la captura como el transporte somete a los animales al maltrato, sin contar que muchos de ellos se encuentran en peligro de extinción, lo cual pone en riesgo a la economía. Una de las razones de esto, es que, en los medios naturales, los animales poseen enfermedades inherentes que hacen simbiosis con bacterias del medio; al ser trasladados al contacto con la sociedad (Uso de Animales en Experimentos Científicos, ¿Un Mal Necesario?), estas enfermedades quedan expuestas y los humanos presentan mayor probabilidad de contagio, representando así un problema de salud que trae consigo costos asociados.
Por otro lado, es común ver en ciertas regiones la venta de langostas, caracoles, camarones, cangrejos, pulpos y demás. En estos sitios la pesca es controlada y quien la ejecute debe pagar impuestos. Sin embargo, la venta ilegal de estos animales perjudica las zonas costeras, donde la economía depende de dicha actividad.
El sargazo es otro de los problemas latentes a nivel mundial. Se trata de un alga que se suspende en el mar y se desplaza por las corrientes oceánicas. De acuerdo con Alejandro Olivera, representante en México del Center for Biological Diversity, el alga proviene del sureste atlántico, entre Brasil y África. Este fenómeno es generado por el aumento en la temperatura de los océanos, que obedece al cambio climático (Calentamiento Global y Fallas en el Control Biológico: Factores Iguales o Peores que la Minería) y a la sobrefertilización de las aguas, situación generada, a su vez, por las descargas en las fuentes hídricas que generan los sectores industriales y agrícolas. Se estima que la agricultura aporta el 62% del nitrógeno del océano y las aguas residuales y fertilizantes agregan altos niveles de fósforo y nitratos.
Varios países de Latinoamérica se ven perjudicados por dicha invasión, que impide que los turistas puedan acceder al mar y afecta la movilización de embarcaciones, además del desagradable olor que emana. Este fenómeno ha generado que los países realicen grandes inversiones en barreras en alta mar y maquinaria para retirar o cubrir el alga de las playas y mejorar la imagen en la costa. En México, por ejemplo, el expresidente de la Asociación de Hoteles de Cancún y Puerto Morelos, Carlos Gosselin Maurel, señaló que “una gran cantidad de turistas que llegan de vacaciones deciden irse a otra parte por culpa de la acumulación”.
Otro de los grandes impactos de las actividades humanas en la biodiversidad se ejerce sobre los arrecifes coralinos. La basura y desechos de la pesca: anzuelos, cadenas, sogas, etc., que llegan a estos, evitan el paso de luz, necesaria para la existencia de zooxantelas (organismos endosimbiontes de otros animales marinos, indispensables para la vida del 25% de la fauna marina). Uno de los sistemas de arrecife de coral más extenso del hemisferio occidental está en Colombia, cuya existencia, entre otras cosas, evita que las corrientes oceánicas lleguen a tierra y protege las costas de la erosión y de las tormentas tropicales.
En este orden de ideas, la desaparición de los arrecifes coralinos genera desastres naturales (¿Hay Algo Positivo Tras un Desastre Natural?), entre ellos inundaciones, destrucción de espacios turísticos, viviendas y demás, que llevan a los gobiernos y administraciones a hacerse cargo de todos los daños y cubrir los costos de recuperar el territorio, reasignar viviendas temporales, reconstruir vías, entre otros asuntos.
El continente americano cuenta con el 14% de la población mundial y genera el 25% del impacto mundial sobre la biodiversidad. De acuerdo con un diagnóstico realizado por la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas, se prevé que para 2050 el 40% de la biodiversidad en el continente deje de existir.
