Una riqueza mayor y el deseo de poder son comúnmente perseguidos por quienes se encuentran en posiciones de alto mando. Partiendo de los diferentes conceptos de liderazgo, esto es lo que genera la dirección de un equipo, una compañía e incluso un estado.
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Todas las empresas tienen metas, presupuestos y planes por cumplir. Para llevar a buen puerto estos objetivos, el comportamiento de los individuos requiere ciertos niveles de control y regulación de las actividades y del entorno.
Jeff Bezos, el hombre que ha revolucionado el comercio electrónico, convirtiéndose en la persona más acaudalada del mundo, no solo se ha concentrado en esta industria, sino que ha puesto también sus ambiciones en otros proyectos destacados.
En 2013, Bezos adquirió The Washington Post, uno de los periódicos más importantes y de mayor incidencia en Estados Unidos, al ubicarse en el mismo estado de la Casa Blanca. En su momento, el magnate argumentó la adquisición del medio editorial como una jugada esencial debido a la pretensión de convertirlo en una publicación más poderosa en el ámbito nacional y mundial, ya que el diario se encuentra en una posición privilegiada para vigilar a los líderes de la mayor potencia mundial.
Sin embargo, este movimiento llamó la atención, por lo que muchos señalaron la incidencia política y capacidad para influir en temas gubernamentales subsecuente a la adquisición de la casa informativa. En teoría, los medios de comunicación deben ser actores independientes esenciales para la democracia, por lo que politizarlos pone en peligro la participación democrática y las expresiones ciudadanas contrarias a los intereses privados de los conglomerados económicos propietarios.
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Un caso similar se presenta con el multimillonario Carlos Slim, quien en el 2015 se convirtió en el mayor accionista del The New York Times, con 27.8 millones de acciones. La historia de Slim con el medio comenzó en 2009, cuando le prestó 250 millones de dólares en un momento de dificultades financieras. A partir de allí, el mexicano pasó a ser el principal inversor de uno de los diarios más influyentes del mundo.
A finales de 2017, Slim redujo su participación en The New York Times del 17% al 8%. Esta decisión representó la venta por parte del magnate de 250 millones de dólares en valores fiduciarios canjeables y obligatorios, en una oferta privada, que proporcionó a los compradores una participación del 9% en el diario. En tres años, este movimiento catapultó el valor de la compañía a 2.800 millones de dólares.
Sin duda, estas adquisiciones pueden tratarse como jugadas de inversión para obtener mayores rentabilidades en el largo plazo, pero también representan una búsqueda y concentración de poder para ejercer mayor incidencia en las manifestaciones (sobre todo políticas y tributarias), y controlar los mercados en beneficio propio.
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