En el país, el mes pasado se publicaron los datos de crecimiento económico, los cuales registraron un crecimiento del 2% anual para el tercer trimestre del año, donde se refleja el proceso de ajuste de la economía nacional ante la desaceleración exhibida el primer semestre del año. De acuerdo con las estadísticas, los sectores más dinámicos fueron la agricultura, establecimientos financieros y servicios sociales. Por el contrario, construcción, minería e industria presentaron el peor desempeño.
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El positivo desempeño de la actividad agropecuaria posee como fundamental la producción cafetera, la cual, favorecida por condiciones climáticas, fue el bastión de empleo y productividad del sector. Por su lado, el sector de servicios sociales fue incentivado por el incremento del gasto público, la ejecución de proyectos por gobiernos territoriales y los movimientos estratégicos del sector público ante la entrada en vigor de la ley de garantías.
Por otro lado, la construcción registró una contracción no vista anteriormente, siendo fundamental el mal momento que atraviesa la actividad edificadora, ya que, a pesar del mayor dinamismo de la construcción civil, esta no logró contrarrestar la menor productividad del sector.
Dicho comportamiento en torno a la construcción de edificaciones alerta a las entidades nacionales, pues su relevancia en la generación de empleo y aporte al PIB influyen directamente en la recuperación de la economía nacional, por lo que, desde ya, se ven acciones y políticas gubernamentales que buscan incentivar la actividad. No obstante, la reactivación económica está presente, y esperamos que en los próximos trimestres esta continúe, por lo que cerraría 2017 con un crecimiento de 1,8%.
A nivel mundial, en las últimas semanas, han sido los datos inflacionarios de EE.UU. y la Zona Euro, en conjunto con la publicación de las minutas de los Bancos Centrales de dichas economías, los protagonistas del mercado internacional. Mientras que en el país norteamericano los precios de su economía se han normalizado, ante los efectos de los fenómenos climáticos recientes que los presionaron al alza, y cumplen actualmente con el objetivo planteado por su Emisor (2%), el desempeño de los mismos en la Eurozona ha sido menos positivos de lo que se esperaba.
Ante esta coyuntura, las decisiones de política monetaria a tomar por la FED y por el BCE son de alta complejidad, pues ambas entidades tienen planes contractivos al corto y mediano plazo, por lo que no alcanzar su objetivo inflacionario conllevaría a un aplazamiento de estas, o en su defecto, en un mayor nivel de riesgos en sus economías.
Finalmente, en lo corrido del mes, la tasa de cambio ha exhibido una volatilidad cercana a los $60 pesos, teniendo como relevantes afectaciones las situaciones políticas de la reforma tributaria de EE.UU. y las alzas en los precios del petróleo gracias a la expectativa de una extensión del acuerdo de recorte de producción de la OPEP y sus aliados. Frente al mercado local, la oferta de dólares por parte de inversionistas extranjeros ha ayudado a mitigar la depreciación de la moneda. De momento, y pese a la volatilidad exhibida durante el mes, conservamos nuestras expectativas frente a la TRM, esperando para cierre de año una tasa más cercana a los $2.950 que a los $3.000.