En Estados Unidos la educación primaria y secundaria tiene una duración de 12 años, periodo durante el cual los padres se concentran en ahorrar para la posible elección de un estudio superior. No obstante, el precio de la carrera de pregrado es muy alto y asumirlo en su totalidad es una misión casi imposible, razón por la que deciden endeudarse.
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El sistema de préstamos para educación superior en Estados Unidos está creciendo a un ritmo mayor del que crece el mercado laboral. En otras palabras, hay una sobreoferta de capital humano y este debe pagar la deuda de sus estudios inmediatamente después de graduarse sin tener en cuenta si ya está generando ingresos. En esta situación se encuentra una falla: no hay un respaldo físico para la deuda, el único respaldo es el conocimiento adquirido, pero es un conocimiento que no es demandado por el mercado. Esta burbuja se asemeja a la burbuja inmobiliaria, con la diferencia de que en esa el respaldo era una propiedad. Pero, entonces, ¿qué va a pasar si estalla la burbuja de la deuda de estudio?
El precio para obtener un diploma de educación superior está inflado. Aunque no se puede decir en cuánto, se sabe que la deuda de préstamos para estudiantes en Estados Unidos asciende a $1.3 trillones de dólares, mientras que en países como Reino Unido, que también está presentando un problema, esta deuda es de $129 billones de dólares. Existe, además, una brecha entre la educación superior pública y la privada: el precio promedio anual de una institución pública es de $9.700 dólares comparado con los $70.000 de una privada, a lo cual se suma que los subsidios para educación superior han caído 26% desde los 90’s.
La deuda de estudiantes ha crecido aproximadamente 170% en la última década, trayendo consigo problemas. Se tiene entonces, dos casos: uno en el que el recién graduado no tiene empleo y por tanto no tiene cómo pagar la deuda y otro en el que tiene un empleo, pero su salario apenas le alcanza para pagar la deuda, restringiéndolo para gastar en otros bienes que dinamizan la economía, como una casa o entretenimiento, lo que se vería representado en una desaceleración futura de la misma.
Actualmente se están creando movimientos estudiantiles que buscan que las matrículas no suban de precio al ritmo que lo están haciendo, mientras otros protestan negándose a pagar el préstamo. La solución es compleja, pues se tienen que unir dos actores de la economía, los empleadores y los hacedores de políticas, evitando el alza de los precios y realizando cambios de fondo a este sistema que no es capaz de ocupar la fuerza laboral que produce.
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