Investigadores de la Universidad de Tokio, en Japón descubrieron, luego de dos años de trabajo, la programación de la floración y la cosecha en la planta de arroz, de modo que se pueda cultivar sin importar las condiciones climáticas y la temperatura en la que se encuentren.
Previamente este mecanismo había funcionado para flores pequeñas, pero ahora se obtuvo para un cereal, según lo afirmo Takeshi Izawa, profesor de Ciencias con 20 años en investigación molecular. Para alcanzar estos resultados fue necesaria la aplicación de los agroquímicos Routine y Oryzemete y se dejaron madurar durante aproximadamente 40 días. Para tal fin, se creó en primera instancia una cepa de arroz infértil mediante la manipulación de un gen conocido como Ghd7.
Con este descubrimiento el agricultor puede anticipar o demorar el proceso de cosecha con un rendimiento superior de entre 10 y 20% sobre la producción promedio por hectárea, modificando así los calendarios naturales, mediante el rocío con una sustancia química de protección de plagas, fungicidas típicos como el probenazole. La plantación, el abono y la poda se dan entonces de manera planificada, y a pesar de que la planta tiene un gen, los estudios de interacción química y genética seguirán avanzando.
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