El presidente de Uruguay, José Mujica, es reconocido por ser el mandatario más revolucionario de América Latina. Desde su llegada a la presidencia de esa nación, Pepe, como suelen llamarlo, generó numerosos cambios que aún son tabús para una amplia mayoría de la sociedad.
José Mujica, Presidente de Uruguay |
La legalización del uso de la marihuana, del aborto y del matrimonio entre homosexuales, le otorgaron a Mujica el título de presidente revolucionario, pues aunque tiene ochenta años de edad, tiene una ideología que para muchas personas de su edad, les es difícil de aceptar.
Pepe Mujica ha querido llevar una vida austera y sencilla, le “gusta vivir con lo justo para las cosas”, pues ha considerado que un presidente debe “vivir como la mayoría, y no como la minoría”. Con un pasado guerrillero, son varias las enseñanzas que el también llamado “presidente pobre” le ha dejado a América Latina y el mundo.
En el mundo es conocido el rechazo de Mujica hacia el modelo norteamericano, o el modelo capitalista, en algunas de las tan memorables frases que ha lanzado expresa su inconformidad frente a este. En uno de sus discursos más aclamados, pronunciado en septiembre de 2013, en la Asamblea de las Naciones Unidas, Pepe Mujica exclamó: “Ocupamos el tiempo con el Dios Mercado que nos organiza la economía, la política, los hábitos, la vida y hasta nos financia en cuotas y tarjetas, la apariencia de felicidad”.
Mujica ha hecho especial hincapié, en cuanto a economía se refiere, a la importancia del comercio internacional. “Sabemos que el trabajo es el motor de la sociedad y fundamentalmente el trabajo que se puede vender, y como tal se vende dentro o fuera del país para con ello poder pagar lo que necesitamos importar crecientemente en lo que es la vida moderna”. “Los países dependen permanentemente de aumento del comercio internacional porque no todos los países tienen las materias primas para hacer las cosas que necesitan y aunque las tuvieran, por su escala o dimensiones, no pueden fabricar todo lo que necesitan”, dijo Mujica, y agregó que “cuanto más pequeño es el país, como Uruguay, más depende de ese comercio internacional”.
Lo que se podría decir que Mujica le ha dado al mundo, especialmente a América Latina, es la visión de un presidente más cercano, imagen de lo que representa las mayorías de un país. Sin duda, Mujica es un soñador, un dirigente poético. “La tolerancia es el fundamento de poder convivir en paz y entendiendo que en el mundo somos diferentes. El combate a la economía sucia, al narcotráfico, a la estafa, el fraude y la corrupción, plagas contemporáneas, prohijadas por ese antivalor, ese que sostiene que somos felices si nos enriquecemos sea como sea. Hemos sacrificado los viejos dioses inmateriales”.
Las palabras del dirigente uruguayo, aunque a veces polémicas, siempre están cargadas de sabiduría, propias de una persona mayor, pero que se han esforzado por tener un sentido crítico de la vida. Para Uruguay ahora el reto será, escoger al sucesor de unos de los presidentes más queridos de Latinoamérica.