Según Henry Vanegas Angarita, gerente de la Federación Nacional de Cultivadores de Cereales y Leguminosas, Fenalce, “la presencia del maíz importado no solo perjudica a más de 50 mil familias que se dedican a esa siembra, sino que está afectando la generación de mano de obra, la cual es del orden de 100 mil puestos de trabajo fijos”.
En la actualidad, Colombia cuenta con cerca de 360 mil hectáreas donde se siembra maíz blanco y amarillo, que es comercializado para el consumo humano, ya que es de mejor calidad que el proveniente de Estados Unidos. De acuerdo con el directivo, el grano importado es a $750.000 la tonelada y el nacional a $1.000.000.
Por otro lado, el maíz importado primero debe pasar por un proceso de transformación para ser convertido en alimento concentrado para bovinos, caninos, cerdos y aves, ya que tiene alta presencia de aflatoxinas (hongos) en los granos partidos.
El Ministerio de Comercio en el TLC aclara que el importador debe informar el uso que le dará al maíz, ya que en la negociación se estableció que el maíz importado debe ser para el procesamiento de alimentos balanceados para animales únicamente. Pese a esto se ha presentado fraude aduanero, donde se vende el grano indistintamente de su uso.