A mediados del 2007, el Parlamento Europeo respaldo el concepto de la tercera revolución industrial partiendo de la transición hacia las energías renovables y las nuevas tecnologías de comunicación de Internet. Sin embargo, la noción de este concepto asocia su inicio a partir del fin de la II Guerra Mundial, a mediados del siglo pasado, lo cual, de acuerdo con los lapsos históricos que han determinado estos acontecimientos socioeconómicos, permite pensar en que su fin está cerca y aun no se logra dicho cambio energético.
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La primera revolución industrial, presenciada entre 1760 y 1830, fue promovida e impulsada principalmente por el carbón, fuente de energía que estimuló el uso de la máquina de vapor, transformando los medios productivos. Por su parte, el desarrollo de la energía eléctrica y el motor de combustión interna, de la mano de los combustibles fósiles, dieron pie a la evolución productiva conocida como la segunda revolución industrial, protagonista en el periodo de 1850 a 1914. De esta forma, se resalta la tesis de que toda Revolución Industrial tiene como base un cambio energético que estimula mejoras socioeconómicas mundiales.
Dado este concepto, el surgimiento de las energías renovables permitió especular sobre una nueva revolución industrial, la cual estaría determinada por los avances tecnológicos en la comunicación y en la amplia reducción de participación de las energías fósiles en el mundo, siendo las renovables las que ocuparían su posición. Sin embargo, más de medio siglo después de que se determinara el inicio de este nuevo cambio productivo y social, aun dichas fuentes no han ganado la participación esperada y continúan en el segundo plano.
A pesar de que diferentes estados y empresas energéticas han invertido importantes flujos de dinero en el desarrollo de la energía renovable, su progreso todavía es limitado, especialmente por los múltiples intereses políticos y económicos que rondan las energías fósiles. Esto siembra dudas acerca del verdadero ocaso de los combustibles fósiles, los cuales, en gran parte, determinan el comportamiento geopolítico mundial.
De acuerdo con los lapsos de tiempo en los que se llevó a cabo las revoluciones industriales anteriores, su desarrollo no tardó más de 70 años, lo cual, al analizar el periodo transcurrido desde el inicio de la tercera revolución industrial, vale como indicio de que el fin de ella está cerca y aun no se cumple su objetivo. Sin embargo, los intereses pactados inicialmente en la anterior reunión del COP 21, en la que surgió el histórico acuerdo climático, y la reciente reunión del G7, proyectan el fin de las energías fósiles para el 2050. También, cabe resaltar que Agencia Internacional de Energía (AIE), en sus proyecciones del 2014, prevé un incremento de la demanda de energías primarias de 42% entre 2012 y 2040, esperando un mayor crecimiento de la demanda de energías renovables y del gas natural, mientras que el petróleo y el carbón deberán disminuir su participación en la matriz energética mundial.
En conclusión, el reciente apoyo por parte de los países líderes a nivel mundial hacia el cambio de las principales fuentes energéticas genera expectativa sobre el impulso necesario para el desarrollo de las energías renovables, pues de ser como se espera, representaría un cambio en la matriz energética mundial que conduciría a su vez al desenlace de la tercera revolución industrial, tal como lo demuestra la tesis ya establecida.
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