El Sistema de Salud Colombiano sigue siendo un modelo que a pesar de sus grandes avances en materia de accesibilidad posee grandes problemas estructurales que le hacen insostenible financieramente en el largo plazo. Este problema universal, que aqueja a todos los sistemas de salud, obedece, en gran medida, a la presión tecnológica, demográfica y socioeconómica; en otras palabras, el avance de la ciencia ha encontrado nuevos y más costosos tratamientos, la población continúa creciendo y viviendo mucho más tiempo y las demandas y expectativas de la sociedad son cada vez mayores en una población donde el acceso a la información es cada vez mayor.
Estas presiones han sido de alguna manera mucho más fuertes en Colombia, dado que la transición demográfica ha sido mucho más acelerada y la institucionalidad sobre el plan de beneficios ha permitido la inclusión de diversas tecnologías y medicamentos en los procedimientos de salud, dados los mecanismos de participación ciudadana con que se cuentan. No en vano según la Asociación de Colombiana de Hospitales y Clínicas cada cuatro minutos se interpone una tutela para reclamar servicios de salud y la Superintendencia de Salud recibe más de 300 mil PQRDS al año, hecho preocupante, si se tiene en cuenta que en su mayoría estas provienen de personas con un nivel elevado de ingresos para las cuales no están pensados este tipo de mecanismos que buscan atender la problemática de la población más vulnerable.
El déficit presupuestal que enfrenta el sector salud durante este año alcanza los 5,5 billones y la deuda con las clínicas y hospitales es cercana a los 7,3 billones, el mayor monto de cartera adeudado en los últimos 18 años. La gestión del riesgo hecho por las Promotoras de Salud, entidades encargadas de articular los recursos de acuerdo a las necesidades de los afiliados, es el primer detonante de la carga financiera, en la cual la crisis del sistema se evidencia en las constantes quejas, la inoportuna atención, la falta de entrega de medicamentos y las demoradas autorizaciones de tratamientos.
Para algunos agentes del sistema, los sobrecostos que se han venido gestando son la respuesta al mecanismo de cobro establecido, en el cual la decisión de aceptar o no un tratamiento por fuera del plan de beneficios es determinante para las promotoras, las cuales se ven obligadas a costearlo en caso de ser aprobados por los comités científicos, o en su defecto por el recientemente implementado sistema de información en línea. En este orden de ideas, medicamentos de alto costo para condiciones como la alteración de grasas, la hepatitis C y el cáncer, los cuales poseen características propias para colapsar el sistema por los elevados precios con que son comercializados, suelen ser recurrentes en las prescripciones hechas por el personal médico. De ahí la importancia en los estudios de costo efectividad de tecnologías en los planes de beneficio.
Sin embargo, existen otras prácticas e incentivos que resultan perversos a la hora de establecer un límite en el gasto en salud. Para algunas prestadoras de servicio, los usuarios también suelen aportar en gran medida a la problemática financiera. El autocuidado, la promoción de la actividad física y el adecuado control de tratamientos y medicamentos son algunas de las medidas que contribuyen a aminorar los factores de incidencia en enfermedades crónicas no transmisibles, de alto costo para el sistema de salud, como lo son las enfermedades cardiovasculares, el asma y la diabetes.
No menos importante el sector salud sigue siendo un medio de cultivo importante donde se posiciona el fenómeno de la corrupción. El esquema de descentralización de recursos que posee el país, en el cual los entes territoriales son intermediarios de los recursos desembolsados por el Fosyga y el Ministerio de Hacienda a EPS, clínicas, hospitales y proveedores, permite que los recursos se diluyan y se desvíen con frecuencia. De ahí que el mal manejo de la información brindada por los actores e instituciones terminen por afectar la operación de los reguladores y prestadores de servicio, y posibilite el enriquecimiento de unos cuantos.
Por lo pronto, algunas de las medidas tomadas en aras de atender dicha problemática son las medidas de control del gasto, como lo es la regulación al precio de algunos medicamentos, la eliminación de barreras para el registro de medicamentos biosimilares y la evaluación sistema del costo efectividad de las nuevas tecnologías, así como el sistema de exclusiones derivado del nuevo plan de beneficios. La definición de un plan de desarrollo enfocado en la atención primaria y el fortalecimiento del riesgo centrado en la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad también son medidas que, acompañadas del gravamen de bienes de consumo asociados a una mayor incidencia en algunas enfermedades, se espera ayuden a subsanar las cuentas de la salud.
Si bien el aumento del gasto puede ser una solución que aporte al mejoramiento y operación de la prestación del servicio de salud, el re direccionamiento y la utilización eficiente de los recursos puede ser una solución de largo plazo que aporte de una manera más efectiva a la sostenibilidad del sistema. De cualquier modo, un sistema insostenible no solo afecta la operación, sino que ahonda en la inequidad en un país que ya es catalogado como el más desigual de la región.
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