En agosto se reportaron una serie de incendios en la selva amazónica que pusieron en alerta a los dirigentes de diferentes países y a diversas organizaciones ambientales. Esto sucedió porque la Amazonía se considera un territorio de gran importancia para el planeta y la preservación de la vida humana. Aunque estos hechos ocurren a menudo, esta vez se prendieron las alarmas debido a las dimensiones de los incendios. Estos arrasaron miles de hectáreas de bosque en Brasil, Bolivia y Paraguay.
Un estudio realizado por la NASA dio a conocer que la atmósfera sobre la Amazonía ha estado secándose en los últimos veinte años. Una de las principales causas es la actividad humana, que ha deforestado gran cantidad de hectáreas. Los científicos que realizaron el estudio aplicaron pruebas durante distintos periodos de la humedad necesaria para mantener el sistema forestal de la selva. Encontraron que hay una creciente sequía tanto en la atmósfera como debajo de ella. Además, hay un déficit de vapor, el cuál es necesario para conservar el hábitat del ecosistema.
Aunque el fuego puede iniciar de forma accidental, en la selva amazónica se queman miles de hectáreas cada año para destinarlas al desarrollo de actividades económicas. Estas incluyen la ganadería, la agroindustria y la extracción de madera, lo que convierte la deforestación en una práctica sistemática.
Brasil es el país que concentra la mayor parte de la Amazonía. Por esta razón, el presidente Jair Bolsonaro estuvo bajo una fuerte presión internacional. Se espera que controle los incendios antes de que ocurriera una catástrofe ambiental de grandes dimensiones.
Los organismos ambientales internacionales informaron que, hasta agosto de 2019, se registraron 30.901 incendios forestales en el Amazonas. Esta cifra triplica los incendios ocurridos en 2018. Tal fue el impacto que generaron en esta ocasión que se recibieron ayudas por parte de varios países con el fin de evitar una tragedia ecológica. En septiembre, el Instituto Nacional de Investigación Espacial (INPE) indicó que se observaba una merma en la situación.
Sin embargo, la organización Greenpeace mostró preocupación, ya que el fuego permanece arrasando los bosques nativos. Además, afirmó que “los incendios en la Amazonía continúan y hay compañías alrededor del mundo que siguen comprando carne que se produce en los campos arrasados por las llamas”.
Tras los incendios ocasionados, el Gobierno de Brasil atribuyó los hechos a una sequía de carácter extraordinario. Sin embargo, diferentes organizaciones científicas, ecologistas y sociales manifestaron que fueron provocados premeditadamente. Se buscaba hacer uso de la tierra para minería, agricultura extensiva y ganadería, actividades que, según estas organizaciones, son públicamente promovidas por el presidente brasileño.
Ante la situación, el científico del Instituto de Investigación Ambiental en la Amazonia (IPAM), Paulo Moutinho, expresó que el dramático incremento en el número de incendios en la selva amazónica de Brasil se debe principalmente al aumento de la deforestación. Así mismo, la organización ecologista WWF declaró que “en el Amazonas, históricamente, los incendios están relacionados con la deforestación, porque es una de las técnicas para limpiar la tierra”. Agregó que hace años han denunciado estas prácticas a través de las cuales se transforman áreas forestales en áreas agrícolas o de cría de ganado. Además, esta organización manifestó que el Amazonas tiene seis grandes amenazas. Estas difícilmente permitirán que el fuego causado cese por completo. Se relacionan con actividades de explotación económica como:
1. Construcción de carreteras.
2. Concesiones mineras.
3. Expansión de la agricultura intensiva.
4. Aumento de represas hidroeléctricas.
5. Cambios en la legislación sobre áreas protegidas.
6. Deforestación.