El auge de las aplicaciones de entrega a domicilio ha propiciado el crecimiento de un mercado ilícito dedicado a la comercialización de cuentas para domiciliarios, una práctica que amenaza la seguridad y la confianza dentro del ecosistema de economía colaborativa. Lo que inició como una irregularidad administrativa mediante el préstamo de cuentas, ha evolucionado hacia esquemas de fraude sofisticados que incluyen la suplantación de identidad, la manipulación de documentos y el uso de tecnologías avanzadas como los deepfakes para evadir los filtros de seguridad de las plataformas.
Según Bloomberg Línea, firmas especializadas en gestión de identidad han documentado que en Colombia la venta de un perfil verificado de Rappi puede alcanzar los US$ 160. Este fenómeno transnacional también se evidencia en otros mercados de la región, donde el arriendo o venta de cuentas activas oscila entre los US$ 22 y los US$ 128, dependiendo de la antigüedad y categoría del usuario. La dimensión del problema es global; estudios realizados en Estados Unidos han detectado más de 800.000 cuentas ilegales de conductores ofreciéndose en redes sociales, lo que pone de manifiesto la vulnerabilidad en los procesos de validación actuales.
Para contrarrestar esta amenaza, la industria tecnológica está implementando soluciones de autenticación en tiempo real basadas en Inteligencia Artificial y biometría facial obligatoria al momento de la entrega. La estrategia busca cerrar las brechas de seguridad mediante reglas dinámicas que detecten comportamientos anómalos y prevengan modalidades de estafa como la SIM swapping (estafa que consiste en duplicar de forma fraudulenta la tarjeta SIM). Los expertos coinciden en que la validación robusta de la identidad ya no es opcional, sino un pilar fundamental para evitar riesgos reputacionales y posibles sanciones regulatorias en un sector que depende enteramente de la credibilidad.
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