El panorama energético de Colombia se encuentra en una situación crítica, con unas reservas de gas natural que solo garantizan el abastecimiento para los próximos 5,9 años. La Contraloría General de la República y diversos gremios han encendido las alarmas tras confirmarse una caída del 13,0% en las reservas durante 2024, reduciéndose de 2.373 a 2.064 gigapies cúbicos. Esta disminución estructural, que acumula un descenso del 56,6% en la última década, pone en riesgo la autosuficiencia del país y expone a millones de hogares a un eventual racionamiento o al retorno de prácticas nocivas como cocinar con leña.
Según Infobae, apoyado en datos de Bancolombia, la producción nacional ha caído un 15,8% en lo corrido de 2025, situándose en 795 gigapies cúbicos diarios, el nivel más bajo en diez años. Este déficit ha obligado a incrementar las importaciones, que ya representan el 18,4% del suministro total, presionando al alza las tarifas para los usuarios finales. Bancolombia advierte que el precio promedio del gas en las principales ciudades ha subido un 36,4% en cuatro años y proyecta un aumento adicional superior al 10,0% para 2026, debido a la volatilidad internacional y los mayores costos logísticos.
Ante esta coyuntura, el Gobierno ha anunciado un paquete de medidas para estabilizar precios y acelerar proyectos estratégicos como el hallazgo offshore Sirius, que promete aportar 470 millones de pies cúbicos diarios hacia 2030 con una inversión de US$ 3.000 millones. Sin embargo, gremios como Naturgas advierten que el sistema opera “al límite”, sin margen de maniobra ante contingencias, mientras persisten retos sociales significativos, como los 1,6 millones de familias que aún dependen de la leña para subsistir.
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