En ocasiones, el desarrollo de nuevas tecnologías genera temor entre la población. En la actualidad, un ejemplo perfecto, es el avance en la Inteligencia Artificial (IA). Existe temor de que la IA pueda llegar a un punto en el que se vuelva independiente del control humano y se rebele, o de que genere un aumento en los despidos al reemplazar diversas labores de manera más productiva. Si bien, estos temores pueden tener fundamentos válidos, es importante recordar que muchas innovaciones que han transformado el mundo inicialmente fueron rechazadas por muchos. A lo largo de la historia, los grandes avances tecnológicos han sido objeto de argumentos en contra, ya que se percibían como transformadores del mundo existente. A continuación, se mencionarán algunos ejemplos de inventos que generaron miedo entre la población.
La creación de la imprenta, en el siglo XV, género miedo entre los integrantes de la Iglesia, los cuales gozaban de gran poder. En ese periodo de tiempo, los monjes tenían, por así decirlo, el monopolio de reproducir los textos en manuscritos y había sido privilegio de la Iglesia la divulgación del saber escrito. El invento de Johannes Gutenberg podía democratizar esta estructura. Con el incremento de libros, las ideas críticas contra los poderes del rey y la religión aumentaron.
Durante la Revolución Industrial, los procesos productivos experimentaron una transformación de integración tecnológica. La concentración de fábricas en las ciudades incentivó la migración hacia esos centros urbanos, pero esto llevó consigo la proliferación de la pobreza y las condiciones precarias debido a la falta de suficientes oportunidades laborales para todos. Esta situación no fue bien recibida por ciudadanos, quienes consideraron que los nuevos inventos habían empeorado su calidad de vida. En este contexto, surgió el movimiento ludista, que se oponía a la destrucción de los empleos artesanales causada por la industrialización. Entre 1811 y 1816, diversos grupos llevaron a cabo ataques y destruyeron miles de máquinas.
El miedo hacia la electricidad se intensificó cuando comenzó a formar parte de los hogares de forma generalizada. Graeme Gooday, historiador británico y autor de “Domesticando la electricidad”, relata cómo este temor se hizo especialmente evidente entre las empleadas domésticas que trabajaban en residencias con instalaciones eléctricas a finales del siglo XIX y principios del XX. El Temor surgió de unas expectativas negativas, ya que, igual que había ocurrido con las calderas de vapor o el gas, las casas presentaban probabilidad de experimentar explosiones repentinas con esta nueva tecnología. En el siglo XX, el desarrollo de armas nucleares durante la Segunda Guerra Mundial, generó un profundo temor debido a su capacidad de destrucción masiva. Su poder destructivo y el riesgo de un conflicto nuclear a escala mundial han generado preocupación sobre la humanidad, por tanto, la mayoría de los países han llevado a la proliferación de tratados y acuerdos para su control.
En la actualidad, el desarrollo en materia de manipulación genética, como la tecnología de edición de genes CRISPR-Cas9, instrumento de laboratorio que se usa para cambiar o “editar” piezas del ADN de una célula, han generado inquietudes a cauda de las implicaciones éticas y los riesgos asociados. El temor surge por la posibilidad de que la manipulación genética pueda dar lugar a la creación de organismos modificados que generen impactos imprevistos y perjudiciales para la humanidad y el medio ambiente. Por otra parte, diversas tecnologías de vigilancia masiva, como el monitoreo de comunicaciones y el reconocimiento facial, generan preocupación en relación con la privacidad y al potencial abuso de poder, temor basado en la posible utilización indebida de la información recopilada y en la invasión de la privacidad de los usuarios.
Ahora bien, frente a la IA, algunas personas se preocupan de que pueda volverse demasiado inteligente y desligarse del control humano. Por otra parte, la perspectiva de desarrollar una IA general, capaz de superar la inteligencia humana en todas las áreas, ha generado inquietud en algunos círculos. Existen preocupaciones sobre el impacto en el nivel de empleo que puede traer la adopción de IA en diversas actividades productivas.
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La sensación de no comprender algo nuevo y altamente complejo desde el punto de vista técnico, como lo fue en su momento la electricidad o como lo es hoy la inteligencia artificial (IA), puede generar incertidumbre y llevar a rechazar estas innovaciones. El rechazo implica, en cierto sentido, una actitud de alerta ante posibles abusos, aunque el temor puede superar los límites racionales. Es importante destacar que, aunque estas invenciones hayan generado temor y preocupación, también pueden presentar beneficios significativos para la humanidad. Para abordar estos temores y aprovechar al máximo los avances tecnológicos, es fundamental tener un enfoque ético, una regulación adecuada y un diálogo continuo.
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