En 1967, bajo la supervisión de la ONU, fue firmado por 129 naciones el Tratado de Espacio Ultraterrestre, donde se estableció que el espacio es una provincia de toda la humanidad y que es libre para la exploración científica y el uso de todos los estados (Los Nuevos Desafíos de la Carrera Espacial: China, Rusia y EEUU). A partir de ese momento comenzó una carrera espacial que ha tenido en los últimos años un mayor atractivo comercial poniendo a empresas privadas en un mercado valorado en 424 billones de dólares (¿Por qué se Abre la Dinámica Espacial al Sector Privado?). Los lanzamientos espaciales han tenido como objetivo la investigación, la exploración y el uso del espacio. El más desarrollado ha sido el uso para fines de comunicación. Las empresas privadas referentes son Space X (La Aventura Espacial de SpaceX) cuyo fundador es Elon Musk con una fortuna de 151 billones de dólares, Blue Origin creada por Jeff Bezos cuyo patrimonio es de 177 billones de dólares y Virgin Galactic y Virgin Orbit desarrolladas por Richard Branson cuya riqueza asciende a 4,8 billones de dólares. Luego de años de intentos fallidos, la órbita de la Tierra está lista para ser comercializada por compañías privadas. Sin embargo, no es muy claro que el turismo espacial sea una gran oportunidad de negocio, pues es un mercado con un nicho muy reducido. El foco de Bezos, Musk y Branson va mucho más allá, los viajes espaciales son solo elementos de relacionamiento público, un buen “free press” para sus fundadores y la punta brillante de un campo de acción mucho más profundo. Este campo más profundo fue reseñado por Bloomberg y Los Angeles Times y radica en recibir la adjudicación de contratos gubernamentales para el espionaje militar, la exploración y explotación de la luna, el suministro logístico de la estación internacional aeroespacial y proveer a través de joint venture con Boeing de viajes aeroespaciales a los gobiernos.
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