Las enfermedades mentales abarcan un amplio conjunto de problemas con manifestaciones distintitas.
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Según la Organización Mundial de la Salud – OMS, este tipo de enfermedades se caracterizan por una combinación de alteraciones del pensamiento, la percepción, las emociones, la conducta y las relaciones con los demás. Dentro de las principales enfermedades mentales están: trastornos de ansiedad, trastorno afectivo bipolar, depresión, psicosis, esquizofrenia y trastornos del desarrollo como el autismo, entre otros (Día Mundial de la Salud, el Año para Hablar de la Depresión (Infografía)). Este tipo de enfermedades tienen causas muy variadas y no poseen unos patrones definidos para su aparición, por lo que atacan sin distinción a personas de cualquier edad o estrato socioeconómico; la genética, las experiencias de vida y los factores biológicos podrían ser algunos. Habitualmente la medicación y un adecuado asesoramiento profesional pueden ayudar al tratamiento de estas condiciones.
En Colombia este tipo de enfermedades han llevado a que desde el Gobierno Central se tomen medidas que ataquen esta problemática, que cada vez aqueja a más ciudadanos en el país. Prueba de ello es como la salud mental, históricamente abandonada en los planes de ejecución de los gobiernos, fue incluida en el Plan Decenal de Salud Publica 2012-2021. En este orden de ideas, la ley 1616 de 2013 es una norma que apoya a quienes sufren estos males, por medio de la adecuación de servicios dentro del plan de salud, la involucración de diferentes agentes como pacientes, familias y para fortalecer la salud mental comunitaria y la creación de una instancia especializada, llamada Consejo Nacional de Salud Mental, en la cual intervienen diferentes órganos como el Ministerio de Salud y la Defensoría del Pueblo que sirven como gestores de las políticas para ofrecer soluciones a la población, en especial a la más vulnerable.Más allá de estos esfuerzos incipientes, el panorama en el país es preocupante y a futuro parecen quedarse cortas las medidas, específicamente por la manera en que se desarrollan estas enfermedades. Según un informe de la Universidad de la Sabana, cerca del 17% de la población colombiana ha presentado algún tipo de trastorno mental, con lo que el país sería el cuarto en enfermedades mentales en el mundo.
La ansiedad, la depresión y el uso de sustancias psicoactivas son en su orden los trastornos más comunes en la población colombiana, con un 19%, 15% y 10% respectivamente. Así mismo, Bogotá es la ciudad que cuenta con el mayor porcentaje de habitantes con trastornos, el 7%, seguida por la región atlántica con un 4,50%, el Pacífico con el 4% y por último la zona andina y la región oriental con un 3%.
La situación no solo es crítica por el número de personas que sufren de estos males; la encuesta nacional de enfermedades mentales mostró cómo las afecciones que generan estas enfermedades y la manera en que se distribuyen entre la población son aún más preocupantes. Según el grupo de Salud Mental y Consumo de Sustancias Psicoactivas del Ministerio de Salud, las enfermedades mentales generan hasta un 50% más de incapacidades en los individuos que las enfermedades crónicas, en gran medida por consumo de drogas y alcohol, el bullying, la violencia interpersonal y el hostigamiento que derivan.
Los adolescentes son quienes encabezan la lista de problemas mentales en el país. El 12,2% de la población entre 12 y 17 años sufren de estas enfermedades, y la mayoría son mujeres. Esto en concordancia con los eventos potencialmente traumáticos, ante los cuales el 29,3% afirma haber estado expuestos. Los niños de 7 a 11 años, por su parte, comprenden una población mentalmente enferma que alcanza el 4,7%, siendo el déficit de atención y la ansiedad las mayores afecciones, en las que la población femenina también alcanza mayoría.
De este modo, en el futuro, en el país se tendrá una población mucho más vulnerable y una incidencia mucho mayor de este tipo de enfermedades, que ya de por sí se vislumbran al alza en el mundo entero. Adicionalmente, en el país existen mayores alertas, en gran parte por el posconflicto por el que atraviesa la nación, en medio del cual las víctimas y actores del conflicto armado, que recién se integran a la vida civil y al sistema de salud, sufren traumas de la guerra. Según la Agencia Colombiana para la Reintegración, cerca del 90% de las personas que han atendido llegan con algún tipo de afección.
Con todo esto, hace falta generar una institucionalidad en doble vía en el país, que no solo permita atacar los problemas que ya existen, por medio del tratamiento y la rehabilitación, sino que a su vez posibilite educar, prevenir y diagnosticar a tiempo. Fortalecer los lazos comunitarios es crucial para superar los impactos generados de las formas de violencia que se generan en el país, y esto atraviesa la cultura desde el núcleo familiar, hasta el estudio y el trabajo. La ley, per se, no modifica las conductas y es desde el acompañamiento psico social donde se puede hacer mayor eco a otro tipo de situaciones que ahondan la problemática, como el abuso sexual, el consumo de drogas y alcohol, entre otros, de manera tal, que mientras se superan otras barreras como el personal cualificado, el número de ips especializadas, o la integración de este tipo de enfermedades al sistema de salud, se mitigue el impacto de estas problemáticas que sin lugar a duda afectan el desempeño del país en materia económica, política y social.
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