El 2023 se instauró como un año de supervivencia, en términos generales, para la ganadería colombiana. La economía internacional ampliamente permeada por el ambiente inflacionario cruzado con los riesgos asociados a conflictos bélicos e inestabilidad geopolítica afectaron el desempeño global del sector y desde luego, influyó en su desempeño a nivel interno. Así, en el acumulado al tercer trimestre de 2023 el PIB de la ganadería registró una disminución del 0,9% comparado con el mismo periodo de 2022; este comportamiento se explica en gran medida por la caída de las exportaciones de carne procesada y de animales en pie, segmentos que descendieron, en volumen, un 32,6% y 23,5%, respectivamente. A lo anterior, se sumó la caída del precio promedio del kilo de ganado gordo en pie, efecto impulsado por el descenso del 0,1% en el número de reses destinadas al sacrificio.
Con esas cifras cerró el 2023 e inició un 2024 donde, impera la incertidumbre dado que se espera que las exportaciones de carne procesada se estabilicen ante el comportamiento observado en la inflación global y nacional, lo que terminaría por favorecer el consumo interno de carne de res. Sin embargo, en el extremo opuesto se ubica la fortaleza del peso frente al dólar que le restaría competitividad al producto colombiano, y los posibles cambios e inserción de nuevas normativas para la exportación de bovinos en pie que cursan en el ICA e Invima: aumento del 25% del espacio por animal en las embarcaciones; establecer un peso mínimo por animal a exportar de 350 kilos (hoy medido sobre el total del embarque); y el embarque de un veterinario por cada 1.000 reses a bordo. Acciones que de ejecutarse dilatarían la meta de exportar 350 mil cabezas para el año en curso.