Desde los inicios de la civilización, la iluminación ha sido clave para la supervivencia y el desarrollo humano. Primero como una herramienta de defensa ante depredadores y enemigos, y más adelante como una necesidad para extender la jornada laboral, mejorar la seguridad y transformar la vida urbana y rural. A lo largo de la historia, la humanidad ha recorrido un largo camino, desde el fuego hasta la tecnología LED.
La Iluminación Primitiva: Fuego y Antorchas
La primera forma de iluminación artificial fue el fuego, utilizado en hogueras y antorchas. Esta tecnología rudimentaria permitió a los primeros asentamientos humanos mantenerse activos después del anochecer y protegerse de animales salvajes. Más adelante, el fuego se volvió portátil con el uso de recipientes para transportar aceite vegetal o animal encendido. Civilizaciones como la mesopotámica, hace más de 4.500 años, ya utilizaban lámparas de barro o candiles para almacenar y encender aceite como fuente de luz.
El Avance de las Velas
El siguiente gran paso en la evolución de la iluminación fue la invención de las velas. En el Antiguo Egipto, hacia el 3.000 a.C., se crearon las primeras velas utilizando ramas recubiertas de grasa animal. En China, cerca del 200 a.C., se produjeron velas con grasa de ballena. Durante la Edad Media en Europa, las velas comenzaron a fabricarse con cera de abejas, lo que mejoró su durabilidad y olor. Ya en el siglo XIX, con la revolución industrial y el descubrimiento del petróleo, se comenzó a utilizar parafina como nuevo combustible.
La Revolución del Gas y el Queroseno
El siglo XIX marcó una nueva etapa con la llegada de la iluminación a gas. Aunque los chinos ya habían explorado el uso del gas natural, fue William Murdock quien logró, en Inglaterra, implementar con éxito la iluminación por gas de carbono en entornos industriales y más tarde en espacios públicos de Londres.
Casi en paralelo, las lámparas de queroseno se volvieron comunes en hogares y zonas rurales. Estas funcionaban con aceite, inicialmente de ballena, lo que generó una caza descontrolada de estos animales. No fue sino hasta 1859, con el hallazgo de que del petróleo podía extraerse queroseno, que estas lámparas se adaptaron para funcionar con derivados del crudo, abriendo paso a una nueva era energética.
El Salto a la Electricidad: Edison y la Bombilla
A pesar de su utilidad, las fuentes de luz basadas en fuego eran peligrosas por su alta inflamabilidad. Esto motivó la búsqueda de métodos más seguros. Fue así como surgió la iluminación eléctrica, primero con experimentos con arcos eléctricos y tubos de vacío. El modelo más exitoso fue el de Thomas Edison, quien desarrolló una bombilla que usaba electricidad y un filamento de carbono en un entorno sellado, reduciendo así el riesgo de incendios.
Este invento revolucionó el siglo XX y desplazó los métodos anteriores. Sin embargo, con el tiempo se evidenció que el diseño de Edison no era el más eficiente energéticamente, lo que impulsó nuevas tecnologías.
Lámparas de Gas de Mercurio y la Era de la Eficiencia Energética
Durante el siglo XX, surgieron avances como las lámparas de gas de mercurio, que ganaron popularidad a partir de los años 80 por su mayor eficiencia energética, justo cuando empezaban las preocupaciones medioambientales a nivel global. Este tipo de lámparas se convirtió en una opción predominante tanto para hogares como para industrias.
El Presente y Futuro: Tecnología LED y Sostenibilidad
Hoy en día, el foco está puesto en la eficiencia energética y la sostenibilidad. La tecnología LED representa el presente y futuro de la iluminación: ofrece mayor duración, menor consumo energético y es menos contaminante en comparación con las bombillas incandescentes o fluorescentes. Su uso masivo en hogares, oficinas, calles y fábricas marca un nuevo capítulo en el viaje de la luz.