Dado que el comercio entre regiones abre la puerta no solo al crecimiento económico, sino también al enriquecimiento cultural, se encuentran innumerables ejemplos de integración de diferentes territorios por medio de arreglos comerciales en la historia de la humanidad. Un ejemplo de ellos es la Ruta de la Seda, que, desde el siglo I antes de Cristo hasta aproximadamente el siglo XIV de la era actual, sirvió para conectar amplios territorios de Asia, África y Europa por vía terrestre y marítima.
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Por medio de estas rutas, se comercializaban diversos tipos de mercancías, como metales, piedras preciosas, telas, especias y otros productos, y también enriqueció el intercambio cultural entre los territorios integrados. Sin embargo, debido a inestabilidades políticas de la época, particularmente la caída del imperio mongol, la Ruta terminó por desaparecer a mediados del siglo XIV.
En la actualidad, desde el gobierno de la República Popular de China se adelanta un megaproyecto para reactivar la Ruta de la Seda, conocido como Iniciativa de la Franja y la Ruta o, simplemente, la Nueva Ruta de la Seda. Es tal la importancia que China le ha dado a esta iniciativa, la cual espera culminar en 2025, que creó un fondo de USD$40 mil millones para su financiamiento.
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En 2013, el presidente chino, Xi Jinping, anunció su interés en realizar inversiones en infraestructura terrestre y marítima para mejorar el comercio con sus países vecinos Kazajistán e Indonesia. Con el paso del tiempo, el proyecto se ha hecho más ambicioso y, pese a que su principal interés es el continente asiático, hay posibilidades para que países de otras regiones, como América Latina, se involucren en la Nueva Ruta. De hecho, de acuerdo con comunicaciones oficiales de China, más de 130 países de África, el sudeste y el centro de Asia, Europa y Latinoamérica han recibido préstamos o promesas de desembolsos para la construcción de diferentes proyectos.
Entonces ¿en qué consiste exactamente la iniciativa? La Nueva Ruta de la Seda tiene dos frentes principales. De un lado, está la Franja, que hace referencia a toda la infraestructura terrestre que comunicará a China con el Centro y el Sur de Asia, Rusia, Europa, el Mediterráneo y el Océano Índico. De otro lado, la Ruta comprende, en realidad, dos rutas: una a través del Mar de China Meridional y el Océano Índico y, otra, por medio del Océano Pacífico Sur. El objetivo es que estas dos rutas marítimas conecten las costas de China con Europa y África. Igualmente, se contemplan proyectos energéticos como la construcción de oleoductos, gasoductos y centrales eléctricas.