Actualmente nos encontramos en el proceso de negociación del salario mínimo en Colombia. La mesa de negociación está generalmente compuesta por representantes de los trabajadores, provenientes de los sindicatos, empresarios y el gobierno nacional. Generalmente el consenso que hay entre diversos académicos es que lo ideal es incrementar el salario mínimo por inflación más el porcentaje de incremento en la productividad laboral. Sin embargo, este proceso en Colombia tiene varias asimetrías pues la inflación varía entre las diferentes regiones del país y la productividad laboral no es la misma en cada sector económico; además los sindicados que participan en la negociación tienden a pedir un incremento salarial por encima del salario de equilibrio de la economía (tal cual lo explican Olivierd Blanchard y Lawrence Summers para el caso de Europa en un fenómeno llamado “Insiders – Outsiders”), lo cual incrementa la probabilidad de que el salario sea mayor al que se tendría en un nivel de pleno empleo de la economía.
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En Colombia se tienen algunos hechos sobre los salarios y la situación laboral que deberían tenerse en cuenta para la definición del ajuste.
1. De acuerdo con Guataquí, Rodriguez y García (2009), el nivel de sindicalización en Colombia es de 1,94% para los hombres y 1,52% para las mujeres; lo cual implica que su opinión podría reflejar la de una inmensa minoría, exigiendo un salario inferior al que muchos desempleados estarían dispuestos a trabajar.
2. Con base en los estudios de Iregui y Melo (2009), los directivos del sector financiero registran, en promedio los salarios más altos. El sector agropecuario paga, en promedio, los salarios más bajos del país. Los directivos ganan, en promedio, cerca de tres veces más que los profesionales y 12 veces más que los obreros y operarios.
3. Las industrias que mayores salarios pagan son aquellas intensivas en capital y que más tasas de ganancia presentan.
4. De acuerdo con el informe del Banco de la Republica al congreso, el IPC no refleja la realidad de todas las regiones del país y el nivel de desempleo también varía ampliamente entre ellas.
Es así, como complementario a la propuesta de Leonardo Villar (Director de Fedesarrollo) de incrementar el salario mínimo por regiones; es importante tener en cuenta las diferencias de productividad entre las zonas tal que en aquellas que difieren de la media, no sean altos incrementos (o decrementos) en los costos que lleven a variaciones no fundamentadas en el nivel de empleo. Además, los desempleados deberían tener una representación formal en la mesa de negociación, tal que se alineen con la voz de los sindicalizados y las empresas de la mesa de negociación de forma que revelaran el salario por el cual estarían dispuestos a trabajar. Al final, lo más importante es la productividad total de los factores; que nos muestra como las firmas combinan sus recursos (capital y trabajo) para producir bienes y servicios. En términos reales los salarios en Estados Unidos son 5 veces mayores a los de la firma colombiana, y esto se da porque la empresa media en ese país es 5 veces más productiva que la nuestra. En el largo plazo, más allá de la definición de un nivel de salarios mínimos, la única forma de incrementar el nivel de ingreso de manera sostenida y sin poner en riesgo el empleo o la existencia de muchas empresas es incrementando la productividad, que además de inversión en capital, implica inversión en capital humano, instituciones confiables y muchos otros factores en los cuales debe hacerse énfasis en la política de mediano y corto plazo.
Por ahora, se espera que el salario mínimo se incremente en niveles cercanos al 3,5% (y no mayores al 4%); que en un contexto de una sorpresiva inflación inferior al 2% y un incremento en la productividad laboral cercano al 1%, podría tener un efecto negativo en el desempleo de largo plazo.
Miguel Acosta Henao
Profesor de Planta e Investigador de Macroeconomía y Economía Internacional
Escuela de Ingeniería de Antioquia
pfmacosta@eia.edu.co