En el tiempo que llevamos estudiando los sectores en Sectorial, hemos encontrado que la sostenibilidad en el corto, mediano y largo plazo depende de las ganas y optimismo de los equipos de trabajo (capítulo 1), la inversión correcta en los activos que la organización necesita y la ubicación de estos recursos de forma inteligente según las oportunidades y amenazas que presenta el entorno.
En nuestra historia más reciente hemos hecho uso de los activos empresariales para satisfacer las demandas de los locales a través del comercio y hemos olvidado la conexión con mercados globales, conllevando una balanza comercial deficitaria, donde el 94% de los bienes que importamos son industriales, teniendo protagonismo los químicos, la tecnología, los alimentos, la maquinaria y los vehículos.
El indicador económico por excelencia para medir el desempeño de los países es su PIB. Si este se expande, es sinónimo que las empresas están creciendo, demandan más recursos, incrementan el empleo y la inversión. En otras palabras, usan sus activos.
El Banco Mundial advirtió que la tasa máxima a la que puede crecer el PIB global sin causar inflación se ubicará cerca del 2,2% entre 2022 y 2030, de modo que se podría estar gestando una “década perdida” para la economía y el uso de los activos de las empresas a nivel mundial.
Para hacer un mejor uso de los activos empresariales se debe redefinir la estrategia, analizar los riesgos, unir los riesgos con la innovación y construir las capacidades. Es poder mover a la empresa del incrementalismo a un sistema de transformación.
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