La falta de innovación, una economía incierta y la nostalgia están redefiniendo la industria del juguete
Desde la llegada del Furby en 1998, no ha habido un juguete navideño que genere el mismo nivel de emoción o urgencia de compra. Este peluche interactivo, que parecía una mezcla entre un búho y una criatura extraterrestre, fue un fenómeno global con más de 40 millones de unidades vendidas en solo tres años. Aunque el Furby sigue vendiéndose, muchos expertos coinciden en que los juguetes modernos ya no sorprenden como antes.
¿Qué está pasando con la industria del juguete?
Analistas del sector aseguran que la innovación en juguetes ha disminuido drásticamente en las últimas dos décadas. Tras la Gran Recesión de 2008, muchos fabricantes optaron por estrategias conservadoras, reviviendo clásicos en lugar de arriesgar con nuevas ideas. La incertidumbre económica hizo que las empresas priorizaran lo seguro sobre lo original.
Marcas como Hasbro han relanzado productos icónicos:
- El horno Easy-Bake, popular en los años 60, volvió en 2007.
- Mi Pequeño Pony, lanzado en 1983, ha tenido múltiples renovaciones (2003 y 2010).
- El eterno Señor Cara de Papa, creado en la década de 1950, sigue siendo un éxito en ventas.
¿La nostalgia reemplazó la creatividad?
Aunque esta estrategia ha permitido la supervivencia de las grandes marcas, no ha logrado estimular el crecimiento del mercado. Según Gerrick Johnson, analista de juguetes en BMO Capital Markets, se espera que las ventas minoristas de juguetes en EE. UU. sufran su peor caída en más de 30 años.
Esto no se debe solamente a factores económicos, sino a una falta de ideas nuevas. Curiosamente, durante la Gran Recesión, las ventas de juguetes se mantuvieron sólidas, ya que muchas familias priorizaban regalos pequeños en lugar de viajes o lujos.
“La industria ha competido durante años con videojuegos, apps móviles y tecnología digital, pero eso no explica el reciente desplome en las ventas”, afirma Johnson.
¿Qué se puede esperar del futuro?
El desarrollo de un juguete nuevo puede tardar entre 18 y 24 meses, lo que significa que cualquier recuperación será gradual. No obstante, los analistas ven con optimismo el futuro cercano. A medida que la economía global mejora, también lo haría el mercado juguetero.
“Si bien estamos en un periodo de sequía creativa, es posible que el próximo año veamos lanzamientos que revitalicen la industria”, concluye Johnson.