La cadena productiva del sector comprende la fabricación de cerveza, aguardiente, ron, vinos, vodka y whisky principalmente. Entre los procesos para elaboración se encuentran el malteado, maceración, fermentación, destilación, clasificación y añejado. El consumo de licores en general varía de acuerdo a la zona del país. Por ejemplo, mientras que en zona cundiboyacense puntea el consumo de cerveza, en el Eje Cafetero el aguardiente es el licor predominante. Por su parte, en la costa Atlántica colombiana prefieren el whisky y el ron.
La creciente apertura del mercado nacional está cambiando los hábitos de compra de los colombianos en el mercado de licores. En el segmento de cerveza, pese al dominio de Bavaria, los productos artesanales han ganado espacio en el mercado. Por su parte, aunque el vino tinto es todavía el tipo más importante, los consumidores sienten más curiosidad y se atreven a probar cosas nuevas, lo que ha tenido un efecto positivo en vinos espumosos y rosé.
Fuente: Archivo Sectorial
Los productos “premium” continúan ganando terreno en todas las categorías de bebidas alcohólicas. El aumento de la capacidad adquisitiva de los colombianos, en conjunto con la disminución de los aranceles, ha impactado positivamente el consumo de estos licores, particularmente en las bebidas espirituosas.
Por su parte, uno de los impactos mayores del contrabando está en el recaudo de impuestos, pero también en la estabilidad de las licoreras. Un reciente estudio señala que por este flagelo se pierden 1.500 millones de dólares de ingresos tributarios, es decir, 0,5% del Producto Interno Bruto. Dentro de la ilegalidad, uno de los mercados más rentables es el de bebidas alcohólicas, indica el informe, razón por la cual en el país no despega el negocio de estas empresas. Es más, pasaron de ser 23 a solo 14.
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