Keiko Fujimori, líder de Fuerza Popular, enfrenta nuevamente la posibilidad de convertirse en la primera mujer presidenta del Perú. Sin embargo, para lograrlo deberá superar uno de los mayores obstáculos de su vida política: el legado controversial de su padre, Alberto Fujimori.
En 1994, con solo 19 años, Keiko asumió el rol de primera dama de Perú tras el divorcio de su madre, Susana Higuchi, y el entonces presidente. Seis años después, en 2000, abandonó el Palacio de Gobierno tras la abrupta renuncia de su padre, quien dimitió desde Japón. Posteriormente, Keiko se trasladó a Estados Unidos para completar sus estudios y regresó en 2005 para liderar el movimiento fujimorista luego de la captura de Alberto Fujimori.
En 2011, Keiko compitió en su primera elección presidencial, donde fue derrotada por Ollanta Humala. Ahora, tras ganar la primera vuelta de las elecciones celebradas el 10 de abril, deberá enfrentarse a Pedro Pablo Kuczynski en la segunda vuelta, programada para el próximo 5 de junio.
La Sombra del Fujimorismo
Una parte importante de la popularidad de Keiko Fujimori se debe a la figura de su padre, quien, entre 1990 y 2000, logró controlar la hiperinflación y derrotar a la guerrilla de Sendero Luminoso. Sin embargo, también carga con el peso de los excesos de aquel gobierno, incluidos el autogolpe de 1992, la disolución del Congreso, el control del poder judicial y las graves violaciones de los derechos humanos.
Para muchos peruanos, una eventual victoria de Keiko significaría la reivindicación de una época que consideran oscura y autoritaria. La Constitución de 1993, que permitió la reelección presidencial inmediata, también es vista como parte de este legado controversial.
Estrategias de Campaña: Distanciarse del Pasado
Consciente del rechazo que genera en algunos sectores, Keiko ha buscado marcar distancia del autoritarismo asociado a su apellido. Durante esta campaña, ha firmado un compromiso en el que promete respeto absoluto por la democracia y los derechos humanos, asegurando que no repetirá un autogolpe ni impulsará cambios constitucionales para perpetuarse en el poder.
Además, ha renovado su partido, Fuerza Popular, y ha promovido un mensaje de reconciliación nacional, destacando su oposición a la segunda reelección de su padre en el año 2000. Esta estrategia busca posicionarla como la representante de una nueva generación política en el Perú.
En su primer discurso tras los resultados del 10 de abril, Keiko Fujimori reafirmó su compromiso con la reconciliación nacional, la lucha contra la delincuencia y el combate al terrorismo.