Shenzhen, ciudad – subprovincia de China en la que habitan actualmente quince millones de habitantes, ubicada a 17 kilómetros de Hong Kong, es considerada una de las ciudades más importantes del continente asiático, dado que es reconocida como la Silicón Valley del país oriental.
Hace cuatro décadas, esta ciudad era apenas un pueblo habitado por 30.000 pescadores. Para comprender la transformación de este lugar, es necesario remontarse a 1979, cuando Deng Xiaoping, líder de gobierno chino, designó esta región como la primera zona económica especial del país, la cual estaría orientada a la actividad comercial, el libre mercado, iniciativas de inversión extranjera y políticas mucho más flexibles, con el fin de que China se abriera económicamente al mundo.
Esta decisión convirtió a Shenzhen de un poblado de clase baja a un importante epicentro económico, con un gran número de empresarios, compañías y un desarrollo urbanístico notable, ya que la inversión dio paso al crecimiento del sector constructor, tanto en fábricas, como en edificios y viviendas.
Según BBC, en Shenzhen residen diez millones de personas de manera permanente, cifra que en las temporadas de verano y otoño asciende a quince millones, ya que las compañías aceleran los procesos en sus plantas de producción para cubrir la demanda que se genera en navidad.
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En medio de la revolución de esta ciudad, han nacido gigantes tecnológicos como Huawei, líder en servicios de telecomunicaciones y uno de los fabricantes de teléfonos inteligentes más grandes a nivel mundial, y Tencent, creadora de WeChat, aplicación equivalente a Whastapp en territorio chino.
En 2017, Shenzhen presentó el mayor crecimiento económico en términos de PIB en China, con 280 millones de euros, y hoy es catalogada como una de las capitales mundiales en innovación. Ejemplo de esto, es la producción de 2.500 millones de Smartphones que se distribuyen alrededor del mundo.
Además, en Shenzhen existen compañías tecnológicas por doquier y la innovación se vive en un entorno que decidió no centrarse en la fabricación a precios bajos, sino en la revolución de competencias tecnológicas de sus habitantes. Así mismo, una parte importante de su comunidad está integrada por desarrolladores web, programadores, hackers y diseñadores, quienes se desempeñan en compañías especializadas en teléfonos, computadores, televisores, tablets, entre otros dispositivos. Incluso, al interior del ecosistema existen espacios en los que es posible encontrar todos los artefactos necesarios para construir un dispositivo desde cero con piezas desechables.
De igual forma, Shenzhen se desarrolló entorno a la educación de calidad, con universidades de primer nivel y centros de investigación notables, los cuales contribuyen a la formación de conocimientos y talentos entre sus habitantes.
Adicional a esto, Shenzhen fue incluida entre las ciudades del mundo que más concentran millonarios, con un aproximado de 54.000, según el reporte de la compañía Wealth X, listado en el que puntea junto a otras grandes urbes, como Nueva York, Hong Kong y San Francisco.
En definitiva, los desarrollos en tecnología, la apertura económica y la inversión en educación de alta calidad constituyeron la ruta para materializar la idea de una ciudad abierta al mundo y líder en tecnología, en la que hoy se integran gobierno, instituciones educativas, empresas y personas.