Un nuevo término se le ha atribuido a un fenómeno que crece cada vez más en la población mundial, se trata de los jóvenes que ni estudian, ni trabajan, los “ninis”. Según la ONU, los desocupados representan un 60% de los mil ochocientos millones de jóvenes de entre 10 y 24 años de edad que viven en el mundo.
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El informe de la ONU titulado “El poder de 1.800 millones: Los adolescentes, los jóvenes y la transformación del futuro” destaca que la cifra de jóvenes en el mundo es la más alta en la historia, lo que supone enormes retos y oportunidades, especialmente para los países en desarrollo.
El potencial que representa la población joven para el desarrollo genera un reto para los estados y para la inversión en educación. Pasar de la juventud a la adultez es un proceso que debe hacerse de manera segura y exitosa, disfrutando plenamente de los derechos humanos, con amplias oportunidades de aprendizaje y desarrollo personal, para enfrentar los retos de un mundo cambiante y dinámico y participar activamente en las comunidades.
Son fundamentales las inversiones en educación y salud. El director ejecutivo de la ONU, Babatunde Osotimehim, expresó que “los jóvenes son los innovadores, creadores, constructores y líderes del futuro. Pero pueden transformarlo, sólo si cuentan con las aptitudes, la salud, la capacidad de adoptar decisiones y verdaderas opciones en la vida”.
La falta de oportunidades laborales también contribuye a que el porcentaje de los jóvenes “nini” aumente, pues una vez salen de la universidad, la entrada al mundo laboral resulta difícil. El panorama para la población joven en Colombia es preocupante, pues la tasa de desempleo para este segmento es más de 10 puntos porcentuales por encima de la tasa de desempleo para el total de la población. Un 50 por ciento de los jóvenes siguen buscando empleo, incluso más allá del primer año de desempleo.
Estos resaltados son la fiel muestra de las medidas que se deben tomar en materia de políticas que permitan mejorar el acceso de los jóvenes al mundo laboral y que continúen con su proceso de crecimiento, lo que también genera un gran aporte al desarrollo.
Bogotá es la ciudad con mejores oportunidades para los jóvenes, en sintonía de la ley de la juventud (Ley 375 de Julio 4 de 1997) que promueve la vinculación y participación activa en todo plano del joven ciudadano. A la capital le sigue Bucaramanga, Ibagué, Medellín y Cali, en donde recientemente se presentó un aumento de la tasa de ocupación de 1,8 puntos porcentuales.
Otra gran preocupación es la falta de accesibilidad a la educación. No ingresar a una escuela crea un mayor riesgo de participación en el conflicto armado, embarazos no deseados y otra serie de problemáticas prevenibles con educación.
El riesgo de no invertir en los jóvenes es tener generaciones poco educadas, que difícilmente le pueden aportar significativamente a sus países. Cerca del 26 por ciento de la población total nacional pertenece a los jóvenes, un equivalente que representa que uno de cada cuatro colombianos está catalogado bajo este parámetro. El potencial que representan las nuevas generaciones es grande y su contribución al desarrollo depende directamente de las medidas que se adopten para aprovecharlo.
