El PIB del sector de transporte y almacenamiento creció 3,3 % anual, impulsado por la mayor movilización de carga sólida y el dinamismo en transporte terrestre y otras actividades complementarias. También aportaron positivamente el transporte marítimo y los servicios postales. No obstante, el desempeño se vio limitado por la caída del comercio exterior, afectado por la disminución en las exportaciones minero-energéticas y por problemas estructurales en aduanas y normatividad, lo que reduce carga movilizada y genera ineficiencias operativas.
Adicionalmente, los costos del transporte de carga por carretera subieron 8,6 % anual en julio, casi el doble de la inflación (4,9 %). El nuevo Decreto 572, que eleva la autorretención en la fuente de 1,1 % a 3,5 %, agrava la situación al impactar severamente la liquidez y utilidades, especialmente en empresas con flota tercerizada (88,0 % del parque).
En el frente regulatorio, persisten tensiones por el esquema de reposición vehicular “uno a uno” y la falta de claridad en la tabla de equivalencias, que han limitado la modernización del parque automotor. A esto se suma la incertidumbre por la posible terminación del acuerdo comercial con Brasil, que encarecería el acceso a vehículos nuevos y afectaría las exportaciones hacia ese mercado.