Una de las formas para medir el impacto ambiental de las actividades cotidianas es la huella de carbono, la cual representa la totalidad de gases de efecto invernadero emitidos por un individuo, una compañía o un producto. De acuerdo con este parámetro, cada persona deja una huella de carbono en el planeta, según el consumo y los hábitos que adopte en el día a día. En este sentido, la alimentación, el transporte, el consumo de energía y las compras diarias son actividades humanas que suman a la hora de determinar la huella de carbono de una persona.
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Por su parte, para conocer la huella de carbono de un determinado producto, se estudian todas las actividades relacionadas a su ciclo de vida, tales como la obtención de materias primas, fabricación, transporte, uso final y descomposición.
En el caso de las personas, la huella de carbono permite conocer con claridad el impacto individual en el medio ambiente, a través de las acciones cotidianas y el consumo energético, dentro y fuera del hogar, a partir del uso de los electrodomésticos, la disposición de recursos como el agua o incluso la distancia recorrida en el carro particular.
A través de la siguiente calculadora se puede estimar la huella de carbono individual: https://calculator.carbonfootprint.com/calculator.aspx?lang=es
Si bien el país más contaminante en el mundo es China, los países con mayor impacto per cápita, según fuentes de la Agencia Internacional de Energía y el Fondo Monetario Internacional, son Estados Unidos, con una media correspondiente a 14.95 toneladas de Co2 (dióxido de carbono) por persona, seguido por Canadá, con 14.94, y Corea del Sur, con 11.5 toneladas. La media per cápita de los ciudadanos colombianos es de 1.7 toneladas, según el proyecto de medición de huella de carbono de Fenalco solidario.
A su vez, uno de los mayores retos a los que se enfrenta la sociedad actual en este aspecto es la revolución tecnológica. Según informes de Greenpeace, las empresas de tecnología representan el 2% de las emisiones de carbono a nivel global. En la era del Big Data, el Smart Data y el almacenamiento en la nube, los servidores concentran gran cantidad de datos impulsados por energía, la cual se obtiene, en diversos casos, de la quema de combustibles fósiles contaminantes, como el gas o el carbón.
Cada acción que tomamos desde un ordenador digital, como ver una película en streaming o subir una foto a redes sociales, tiene un impacto ambiental. Según la ONG, se estima que el número de personas conectadas a internet crecerá cerca del 60% en los próximos cinco años, dados los esfuerzos de los gobiernos y las compañías digitales para interconectar a la población.
Por último, el cambio climático representa el mayor desafío medioambiental del siglo XXI. Tener claro cuál es la incidencia personal en la contaminación establece un punto de referencia a partir del cual trabajar para obtener reducciones. Latinoamérica, por su parte, es la región que menos recicla, según estimaciones del Banco Mundial, por lo que aplicar una economía circular, en la que los productos se optimicen para ser reutilizados, es una tarea pendiente.
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