Según el Instituto Distrital de Gestión de Riesgos y Cambio Climático (IDIGER), Colombia está ubicada dentro de una de las zonas sísmicas más activas del planeta, pues, en la región convergen las placas tectónicas de Nazca y del Caribe, contra la placa Suramericana. Este movimiento ha sido el responsable de la creación de Montañas, Cordilleras y algunas fallas geológicas. Esta entidad afirma que, la sismicidad en Colombia se relaciona con la zona de subducción del pacífico, en esta chocan la placa Nazca y la Suramericana, ya que tienen direcciones opuestas, causando que la más densa se hunda por debajo de la menos (Colombia, zona de alto riesgo sísmico: “Todos los hogares deben tener un kit de emergencia contra terremotos”).
Una de las zonas con mayor concentración de eventos sísmicos en Colombia es Santander, que también es llamado por los expertos como el “nido sísmico de Bucaramanga”, en este departamento se ha identificado un epicentro constante, en una locación llamada la Mesa de los Santos. El territorio colombiano presenta varios niveles de amenaza sísmica, sin embargo, se estima que el 83% de la población está ubicada en zonas de amenaza sísmica intermedia y alta. En este sentido, las regiones en Colombia que tienen mayor probabilidad de enfrentar terremotos son el pacífico colombiano, el Eje Cafetero y los Santanderes, en donde ciudades como Cali, Quibdó, Tumaco, Popayán, Armenia, Pereira, Manizales y Bucaramanga son las que presentan mayor riesgo sísmico.
El riesgo sísmico no puede ser evitado, pero si puede ser mitigado y prevenido, para esto, desde el Gobierno Nacional se ha dictado una normatividad plasmada en la Política de Gestión del Riego Contra Desastres y se ha estructurado un plan estándar de cómo gestionar desde varios niveles de gobierno el riesgo al que se enfrentan las ciudades. Este consiste principalmente en establecer los lineamientos sobre los cuales es necesario actuar en caso de una emergencia, entre los que se resalta el mejoramiento de la vivienda con énfasis en intervención estructural y el reforzamiento de las edificaciones que ya están construidas, así como el cumplimiento de las normas establecidas en términos de construcción y diseño antisísmico.
Sin embargo, el país está muy atrasado en términos de planeación estratégica para la gestión del riesgo, ya que los planes de ordenamiento territorial, en los cuales se establecen las normas sísmicas, están desactualizados. Así lo denunció Flover Rodríguez, director de la Asociación de Geólogos y Geofísicos de la Energía en Colombia. Otra problemática que rodea la capacidad de gestión del riesgo de desastres naturales es la calidad de las edificaciones, pues, es en la construcción donde se han evidenciado mayores faltas: constructoras que por ahorrar tiempo y dinero no usan materiales adecuados, que sigan la normatividad antisísmica, malos diseños y en lugares mucho más inestables para construir. Por eso, la recomendación es aumentar la inversión pública que se hace al seguimiento de esta ley y en las campañas de prevención del riesgo.
En función de mitigar los daños causados por los desastres naturales, el Banco Mundial hizo dos recomendaciones a los países latinoamericanos. En primer lugar, diseñar una agenda sectorial, que es un documento cuya función es recopilar información de amenazas que afecten la región, con el fin de plantear acciones claves para la adecuada mitigación, integrando diferentes segmentos económicos de manera que se pueda mejorar la capacidad de respuesta ante este tipo de desastres. Y, en segundo lugar, recomienda estructurar un Plan de Atención a Desastres, en el que las instituciones encargadas de la gestión del riesgo y los sectores tanto de infraestructura como los productivos, identifiquen y planifiquen las actividades para dar respuesta al desastre.
Por su parte, el Banco de Desarrollo de America Latina (CAF) en un estudio evidenció algunos aspectos a tener en cuenta para mejorar la resiliencia urbana de las diferentes regiones, como aprovechar las nuevas tecnologías para la gestión del riesgo e integrar en este el desarrollo urbano, de manera que se puedan mapear las vulnerabilidades y se pueda entender mejor la amenaza dentro de las comunidades. Mejorar las redes de aprendizaje desde las experiencias de otras ciudades, planificar para la incertidumbre y usar el pensamiento creativo en la toma de decisiones. También usar sistemas de alerta temprana para salvar muchas más vidas y modernizar constantemente la infraestructura, llevando un control de calidad y mantenimiento de las edificaciones.
Estas recomendaciones ya están siendo adaptadas en Colombia, pero desde las diferentes entidades que monitorean este tipo de desastres se ha hecho una invitación a los gobiernos tanto Nacional, departamental y municipal, para ampliar la inversión pública destinada a mejorar la capacidad de reacción ante los desastres naturales. Así como han hecho un llamado también al sector de la infraestructura para aplicar las buenas prácticas en la construcción, de manera que las estrategias que sean implementadas sean sostenibles en el tiempo y realmente contribuyan a la resiliencia urbana en Colombia.
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