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Replanteando la Belleza Digital: Desafíos y Oportunidades para las Compañías

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Según estimaciones de la firma CB Insights, en el 2023 la industria cosmética mundial generará ingresos por 800.000 millones de dólares, un 50% más de lo que se obtuvo en el 2017, una de las razones detrás de este avance es el mayor consumo de productos de belleza por parte de las generaciones más recientes, sin embargo, con las nuevas oportunidades también llegan retos para las compañías, uno de ellos es la considerable inmersión digital de los millennials, la generación Z y la generación T, junto con los cambios sociales y económicos que son impulsados por la cuarta revolución industrial a través del uso de la inteligencia artificial, la computación cuántica, la realidad aumentada, la biotecnología, entre otras tecnologías, que están modificando por completo la manera en la que se producen, venden y consumen los productos de belleza.

Los nativos digitales, por ejemplo, han llevado a las empresas a desarrollar sus canales de venta electrónicos y a profundizar sus campañas comerciales a través de redes sociales e influencers, alejándose de los medios tradicionales como la televisión y la radio. Esto les ha permitido una mayor conexión con los clientes y también un conocimiento casi inmediato de los productos que funcionan y los que no en ciertos mercados. Al mismo tiempo, redes sociales como Facebook, Instagram y TikTok han revolucionado lo que pudiera haberse denominado antes como belleza digital, por medio de tendencias, filtros y reseñas de marcas, que imponen nuevos estándares no siempre alcanzables para las compañías y las personas.

Las alertas que se están generando en diferentes espacios por el impacto del uso de filtros en redes sociales y otras tecnologías y tendencias sobre la autopercepción de las personas no son ajenas a la industria de la belleza. Esto se debe a que, en un mundo hiperconectado, donde la comunicación virtual está teniendo cada vez más participación en las relaciones sociales, los productos de maquillaje se vuelven menos necesarios, especialmente si se puede mostrar una imagen más idealizada que real. Asimismo, aumenta la exigencia de los clientes hacia las marcas, ya que estas no solo deben enfocarse en su calidad, sino también en su popularidad en redes y en la capacidad de adaptarse a las luces, las cámaras y los nuevos entornos de comunicación.

Por otro lado, centrándose en las oportunidades y no tanto en los retos, algunas marcas han decidido evolucionar y producir sus propios filtros o usar realidad aumentada para la comercialización de productos; desde 2016 también existen modelos e influencers virtuales creados con imágenes generadas por computadora (CGI) que colaboran con diferentes marcas y acumulan millones de seguidores en Instagram y otras redes; incluso personas más cercanas al mundo del arte que al de la tecnología han creado sus propios efectos virtuales a través de software como el Spark AR, empezando a convertirse en parte del mundo de la belleza virtual, ya que una de las mayores potencialidades de las nuevas tecnologías es su alta capacidad de ser accesibles a las personas. Por lo que la creatividad puede llegar a sus puntos más elevados de desarrollo.

Sin embargo, en su acercamiento a la belleza digital, muchas compañías han buscado equivocadamente replicar los estándares tradicionales y crear arquetipos inamovibles, por lo que no han logrado avances importantes en este medio, debido a que las nuevas generaciones quieren ser mucho más conscientes de las diferencias, como resultado, sus estrategias no alcanzan una popularidad sostenida en el tiempo entre los consumidores, o solo adquieren importancia en nichos muy específicos. Mientras que la mayoría de los consumidores de belleza digital buscan productos que se adapten a su colorimetría, contextura física, rasgos culturales, afinidades y otras características que demuestren que las marcas están siendo socialmente responsables con las nuevas problemáticas que se derivan del uso no consiente de la belleza virtual.

Asimismo, la línea entre lo que puede llegar a ser popular y lo que no, es difícil de percibir, y las nuevas generaciones son un grupo bastante diverso que constantemente cambia sus estándares de belleza, desafiando los arquetipos tradicionales y dándole prioridad a nuevos elementos como la sostenibilidad de los productos, su versatilidad, la transparencia de las compañías que los fabrican y los precios. Además, paradójicamente, al tiempo que las experiencias se masifican, los nuevos consumidores están interesados en promover su singularidad, por lo que cada vez son más adeptos a la personalización de productos. Esto es algo que la industria de la belleza no podía ofrecer antes, porque los costos resultaban demasiado elevados; pero ahora, con el desarrollo de la inteligencia artificial y otras tecnologías, se vuelve cada vez más posible.

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