Con la muerte de Fidel Castro las miradas del mundo se posaron sobre Cuba. Incertidumbre, cambios, temores, oportunidades, escenarios futuros y miradas retrospectivas sobre la situación de la isla han sido explorados por los medios de comunicación. Dentro de la revisión de los legados que Castro le deja a Cuba, vale la pena resaltar el fortalecimiento de las actividades deportivas que el revolucionario fomentó.
Fuente gráfica: Datos del Comité Olímpico Internacional
Parece paradójico que un país subdesarrollado como Cuba, cuya población no supera los doce millones de habitantes, figure entre los de mejor desempeño deportivo a nivel mundial, especialmente en el ámbito olímpico. Sin embargo, al realizar una revisión de la evolución histórica de las políticas del país caribeño, se encuentran elementos que evidencian el gran valor que Fidel le concedía al deporte.
El mandato de Castro inició con la victoria de la revolución cubana en 1959, y a partir de ese momento comenzó una apuesta por hacer del deporte un elemento esencial de la formación de los niños y jóvenes cubanos. Bajo el mandato de Castro se crearon las Escuelas de Iniciación Deportiva (EIDE) y los Juegos Nacionales Escolares, donde se competía en las disciplinas de boxeo, béisbol, judo, ciclismo, atletismo y esgrima, entre otros.
Antes de esta fecha, los éxitos a nivel deportivo solo se conseguían en el béisbol, en el boxeo y, eventualmente, en el ajedrez o en el esgrima, debido a las participaciones de José Raúl Capablanca en el deporte de tablero y de Ramón Fonst en el del arma blanca. Sin embargo, bajo la dirección de Castro el deporte se convirtió en un derecho del pueblo, se realizaron inversiones en instalaciones deportivas y en implementos para la práctica de diversos deportes.
En 1961 se creó el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (INDER) que tenía por objetivo vincular a toda la población a actividades deportivas y elevar la competitividad de los deportistas en el ámbito internacional. Estas y otras iniciativas han transformado a Cuba en una de las potencias olímpicas de las últimas décadas.
Los éxitos deportivos de Cuba tomaron fuerza en los Juegos Olímpicos de Munich 72, pues Cuba no se hacía con una medalla de oro desde los Juegos Olímpicos de St Louis en 1904. En Alemania, Teófilo Stevenson, Orlando Martínez Romero y Emilio Correa Vaillant ganaron medalla de oro por competencia en boxeo, Gilberto Carrillo Quesada y Douglas Rodríguez obtuvieron medallas de plata y bronce también en la disciplina boxeo y Silvia Chivás alcanzó una presea de bronce en el atletismo.
Castro fue un aficionado de los deportes, especialmente del béisbol, aunque también practicaba el fútbol y el baloncesto, y, pese a que llevó el deporte cubano a otro nivel, también acabó con la posibilidad de vivir del deporte, al despojarlo de su carácter de actividad lucrativa. En 1961 el mandatario abolió el profesionalismo en el deporte y limitó el ingreso de los beisboleros a las Grandes Ligas de los Estados Unidos. Además, Castro impidió la participación de los deportistas cubanos en los Juegos Olímpicos de Los Angeles 84 y Seúl 88 por cuestiones de índole político.
Actualmente, la isla dedica considerables recursos a la promoción y desarrollo del deporte recreativo y competitivo y el deporte es una de las prioridades en materia de política social. Cuba posee una completa infraestructura física, con instalaciones para para casi todas las disciplinas del ciclo olímpico, modernos centros de medicina deportiva, capital humano de alta formación y una universidad especializada en las ciencias de la cultura física y el deporte.
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