América Latina vive un nuevo ciclo político que está reconfigurando el mapa económico regional. La victoria de Javier Milei en Argentina, con más del 40% de los votos, marcó un punto de inflexión en lo que los mercados llaman el “trade electoral latinoamericano”: una apuesta de los inversionistas globales al giro hacia políticas pro-mercado. Durante 2025, las principales bolsas de la región subieron cerca de 40% en dólares, con Colombia, Chile y Brasil a la cabeza. Según BMI (Fitch Solutions), para 2026 solo Venezuela y Uruguay mantendrán gobiernos de izquierda, reflejando un realineamiento político hacia derechas más autoritarias o liberales. Sin embargo, detrás del optimismo bursátil persisten desafíos estructurales: bajo crecimiento (la CEPAL proyecta 2,4% para 2025), alta informalidad laboral (cerca del 50% de los trabajadores) y una desigualdad que mantiene al 10% más rico con el 66% de la riqueza regional.
Aunque los inversionistas celebran el retorno de discursos pro-mercado, el contexto global y social impone límites. Los gobiernos de derecha enfrentan congresos fragmentados, costos sociales por ajustes fiscales y un entorno internacional menos favorable. América Latina parece dirigirse hacia una versión híbrida del capitalismo: una mezcla de disciplina fiscal, apertura comercial y demandas sociales que buscan equilibrio entre eficiencia económica y legitimidad política. La apuesta de los mercados está sobre la mesa, pero la verdadera pregunta es si la región podrá convertir este “nuevo ciclo del capitalismo” en crecimiento sostenible o si repetirá el patrón de promesas incumplidas que ha marcado su historia económica reciente.