Foto: www.sxc.hu (Autor: Sanja Gjenero)
El viernes 5 de agosto de 2011 quedará como un día para la historia de la economía mundial después que Standard & Poor´s bajara la calificación soberana de largo plazo de Estados Unidos a ‘AA+’ de ‘AAA’ con perspectiva negativa y calificación de corto plazo de ‘A-1+´, por los riesgos políticos y el creciente nivel de deuda, aduciendo además que el “plan de consolidación fiscal recientemente acordado entre el Congreso y el Poder Ejecutivo en Estados Unidos no es suficiente para estabilizar la dinámica de la deuda soberana a mediano plazo” y amenazando con bajar dicha calificación a ‘AA’ en los próximos dos años si observan que una reducción de gastos menor a la acordada, mayores tasas de interés o nuevas presiones fiscales durante el periodo, se llevan a una mayor deuda del gobierno respecto de la que actualmente asumen en su escenario base.
Por su parte, Moody’s anunció el 2 de agosto que mantenía la calificación ´AAA´ de Estados Unidos, pero con perspectiva negativa y la dejaba en revisión con posibilidad de degradarla. La decisión se basó principalmente en la diversidad y el tamaño de la economía de E.U., el rol de dólar a nivel mundial, la posición de la deuda de E.U. frente a otros países ´AAA´ y la reducción de la deuda planteada ese mismo día.
Por su parte, Fitch también mantuvo la calificación de E.U. en ´AAA´, teniendo en cuenta el acuerdo al que llegaron en el Congresos sobre aumentar el techo de la deuda con lo cual asegura que el riesgo soberano permanece en un nivel muy bajo. De igual forma advierte que E.U. y Europa tendrán una difícil decisión respecto a impuestos y gasto frente a un crecimiento económico débil si el déficit presupuestal y la deuda del gobierno no son llevados a niveles más seguros en el mediano plazo.
Estados Unidos no fue el único afectado, México también sufrió la degradación de su calificación soberana de largo plazo en moneda local por parte de S&P de ´A´ a ´A-´ y la de corto plazo de ´A-1’ a ´A-2´. Por su parte, Moody´s puso a España el pasado 29 de julio una calificación ´Aa2´ y la situó en revisión para una posible degradación, la cual se debe a las continuas presiones de financiación que enfrenta el Gobierno español, con el precedente de los acuerdos de apoyo de la zona euro y el paquete oficial de ayudas a Grecia, que repercute en un aumento de riesgo para los tenedores de bonos, y las trabas puestas a los esfuerzos de consolidación fiscal del gobierno debido al débil crecimiento y al continuo déficit fiscal de varios de los gobiernos regionales.
Países AAA según S&P
Australia, Austria, Canadá, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Hong Kong, Liechtenstein, Luxemburgo, Holanda, Nueva Zelanda, Noruega, Singapur, Suecia, Suiza y Reino Unido.
Breve Introducción a las Calificaciones
Las calificaciones crediticias constituyen una de las diversas herramientas que los inversionistas pueden utilizar cuando toman decisiones sobre la compra de bonos y de otros instrumentos de renta fija. En el caso de las calificaciones crediticias soberanas, éstas son una evaluación de la capacidad y voluntad de cada gobierno de pagar su deuda y obligaciones financieras en tiempo y forma.
Existen calificaciones para emisores (empresas, instituciones financieras, gobiernos nacionales, estados, ciudades y municipios) y empresas e instituciones financieras (especialmente las que participan en transacciones con exposición al crédito). A diferencia de otros emisores, la voluntad de pagar es un tema cualitativo que distingue a los soberanos, en parte porque los acreedores cuentan con recursos legales limitados y un gobierno puede incumplir de manera selectiva con sus obligaciones, aun cuando tiene los medios para honrarlas.
Las calificaciones crediticias pueden ser de utilidad al facilitar que empresas y gobiernos se financien en los mercados de capitales. En lugar de tomar un préstamo bancario, estas entidades algunas veces se financian directamente de los inversionistas mediante emisiones de bonos. Los inversionistas compran estos instrumentos de deuda, por ejemplo, bonos municipales, esperando recibir un interés más la amortización de su capital, ya sea al vencimiento del bono o mediante pagos periódicos. Por ejemplo, al considerar la compra de un bono municipal, un inversionista puede revisar si la calificación crediticia del bono corresponde al nivel de riesgo crediticio que está dispuesto a asumir.
Hay que advertir que estas calificaciones pueden diferir de una calificadora a otra dependiendo de los criterios que tengan en cuenta para sus calificaciones. En el caso de las calificaciones de deuda soberana, S&P se enfoca en los riesgos político y económico, y tiene en cuenta criterios cuantitativos como indicadores de desempeño económico, así como cualitativos respecto a la importancia de los acontecimientos políticos y de políticas, y porque indican la capacidad futura del servicio de la deuda, ya que las inconsistencias tienden a dejar a un país en situación de vulnerabilidad frente a impactos que pueden modificar el tipo de cambio y el destino de manera abrupta.
S&P y Fitch manejan la misma escala para sus calificaciones de crédito. Ambas usan los signos ´+´ o ´-´ para indicar una situación relativa a las categorías principales, mientras Moody´s utiliza los números del 1 al 3 para indicar lo mismo. Así, una calificación de Moody´s ´AA3´ es equivalente a una ´AA-´ de las otras dos calificadoras.
La calificación más alta es ´AAA´ y la más baja ´D´. La ´AAA´ indica que hay una capacidad de pago de intereses y capital muy alta y riesgos casi inexistentes, mientras ´AA+´, la nueva calificación de Estados Unidos para S&P, habla de la misma capacidad de pago pero advierte sobre un riesgo moderado bajo. Las calificaciones superiores a BBB se consideran que tienen un ´grado de inversión´, es decir, describe a emisores y emisiones con niveles relativamente elevados de solvencia y calidad crediticia, mientras el ´grado especulativo´ se refiere a los instrumentos de deuda en los que el emisor tiene la capacidad de repagar pero enfrenta incertidumbres importantes tales como circunstancias financieras o empresariales adversas que podrían afectar su riesgo crediticio
Las calificaciones pueden cambiar según haya variaciones en el ambiente general de la economía o en el entorno de negocios. Para S&P, aunque algunos factores de riesgo tienden a afectar a todos los emisores –un ejemplo sería la creciente inflación que impacta el nivel de las tasas de interés y el costo de capital— otros factores de riesgo pueden relacionarse con un grupo reducido de emisores y emisiones de deuda. Por ejemplo, la calidad crediticia de un estado o municipalidad puede verse impactada por los cambios en la población o por menores ingresos de los contribuyentes, lo que reduce los ingresos fiscales y la capacidad de repagar deuda.
Lea mañana, 11 de agosto, la segunda parte del informe.