Cerrar las brechas en la educación ha sido uno de los mayores desafíos para Colombia. Aunque se han logrado avances, las zonas rurales siguen enfrentando necesidades estructurales que requieren mejoras significativas en términos de calidad, cobertura y accesibilidad. Un informe del Laboratorio de Economía de la Educación (LEE) de la Universidad Javeriana destaca que la calidad es uno de los aspectos más preocupantes, con una diferencia de 26 puntos en los resultados de las Pruebas Saber 11 entre estudiantes urbanos y rurales.
Además, la falta de docentes cualificados y los limitados recursos presupuestales dificultan la expansión de la planta docente en las zonas rurales, donde se localiza el 67% de las sedes educativas del país. De estas, el 98,06% pertenece al sector oficial, lo que contrasta con el 53% en las zonas urbanas. A nivel de cobertura, solo el 1,9% de las escuelas rurales ofrece educación media, en comparación con el 39% en las áreas urbanas.
En cuanto a la cobertura educativa, las disparidades son evidentes. Durante 2023, el 26,7% de la población en edad escolar vivía en zonas rurales, donde las oportunidades educativas son menores. La cobertura de educación preescolar en áreas rurales se situó en el 49,9%, con departamentos como Vaupés, Vichada y Guaviare registrando las tasas más bajas.
La infraestructura educativa también presenta desafíos significativos. El 15,5% de las instituciones rurales carece de electricidad, y el 69,4% no tiene acceso a internet. Para abordar estas deficiencias, se estima que se requiere una inversión de $4,9 billones anuales hasta 2030, destinada a mejorar la infraestructura, formación docente, apoyo psicosocial, entre otros aspectos clave para garantizar un acceso equitativo a la educación en todo el país.
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