Gran parte de nuestra alimentación depende del trabajo que de una forma silenciosa y sin saberlo, realizan los insectos que se dedican a pasear de flor en flor, entre ellas las abejas. Estos pequeños animales cumplen con la labor, de hecho fundamental, de polinizar las flores permitiendo la producción de millones de toneladas de cereales, tubérculos y frutos que después se ponen sobre el comedor y permiten la subsistencia humana.
Sin embargo, aunque somos conscientes de la importancia que estos animales tienen, aun no se toman las medidas correspondientes para su conservación, o por lo menos no, en Colombia; dado que en Europa ya han empezado a establecerse regulaciones relacionadas con el uso de agroquímicos que las afecten.
Según apicultores reconocidos como Jairo Velandia del municipio de Guasca, Cundinamarca; en 2015 perdió 85 colmenas derivado del uso de plaguicidas en los cultivos de papa que tiene cerca. Se trata del Fipronil que el Instituto Colombiano Agropecuario, ICA, permite usar bajo el registro 936, así como el Regent que tiene registro ICA 780 y los más perjudiciales para las abejas, la línea de los neonicotinoides que son los supuestos causantes del envenenamiento de colmenas completas.
En Europa ya se han empezado a establecer medidas para contrarrestar la muerte de los pequeños polinizadores, entre ellas cuentan la prohibición para utilizar algunos plaguicidas tóxicos como el mismo Regent, acabado de mencionar. Por ahora, el gobierno colombiano parece no interesarle el asunto, aseguran los denunciantes.
Déjanos tus datos para recibir un informe gratis del sector