Parece que la crisis que se desató en el 2008, generada por un sistema financiero poderoso pero irresponsable no fue muchas las enseñanzas que dejó. Esta afirmación se basa en que sólo ocho años después del suceso, diversos estudios apuntan a la forma tan desmedida y sobre todo, al poder que unas pocas instituciones financieras tienen para mover la economía mundial, la pregunta sería ¿en qué sentido lo mueven?
Según el reciente libro “La hidra mundial, el oligopolio bancario” de François Morin, profesor de la universidad de Toulouse en Francia, existe un oligopolio bancario mundial compuesto por 28 entidades, las cuales tienen características comunes que les permite alcanzar la hegemonía con la que cuentan y donde sobresalen: los controles de las tasas de interés, altos activos financieros y el control del mercado cambiario.
El problema de este oligopolio es la débil regulación y el proteccionismo que los Estados han asumido con ellos. Por ejemplo, se ha demostrado que el J.P. Morgan Chase ha manipulado las tasas de interés Libor, pero ninguna sanción se ha establecido por miedo a las consecuencias y por la sumisión de los entes regulatorios. Mientras tanto, las 28 entidades, según Morin, tienen el 90% de los activos financieros mundiales, una cifra que supera en 1.384 billones de dólares la deuda pública mundial, al tiempo que producen derivados que superan diez veces el PIB global. Sin regulación y sin ancla en este tipo de emisiones, el riesgo de una crisis en un futuro cercano no es una posibilidad, sino una realidad.
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