En enero de 2025, el impuesto al consumo de alimentos ultraprocesados alcanzó el 20,0%. Esta medida, tomada en el marco de una estrategia de salud pública para desincentivar el consumo de productos perjudiciales, ha comenzado a generar efectos negativos en el sector de bebidas, especialmente en categorías como gaseosas y néctares.
El aumento de los precios de las bebidas debido a este impuesto ha afectado principalmente a las familias más vulnerables, que ya enfrentan los efectos de la inflación y la desaceleración económica. Para muchas de estas familias, las bebidas más caras se han vuelto menos accesibles, lo que está impulsando a los consumidores a priorizar opciones más asequibles, aunque no necesariamente más saludables.
Para las empresas, especialmente las más pequeñas, este impuesto representa un desafío, ya que deben absorber los costos adicionales o modificar su oferta para mantenerse competitivas. A pesar de que el gobierno persigue una estrategia de salud pública, el impacto en las ventas es evidente, y se espera que el mercado de bebidas no alcohólicas experimente una caída en el volumen de ventas en los próximos meses, ya que los consumidores ajustan sus hábitos de compra en respuesta a los mayores costos.
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