En Colombia, donde anualmente se entierran cerca de 17 millones de toneladas de residuos en rellenos sanitarios que están llegando al límite de su capacidad, la industria del cemento se perfila como un actor clave en la transición hacia una economía circular. A través del co-procesamiento, una técnica que utiliza los hornos cementeros para convertir desechos en energía, el sector está ofreciendo una solución sostenible para darle una nueva vida a miles de toneladas de basura, reduciendo al mismo tiempo el uso de combustibles fósiles.
Según un informe del portal Construdata, durante el año 2024 la industria cementera en Colombia logró co-procesar casi 100.000 toneladas de residuos. Esta cifra, aunque representa solo el 10,0% de la energía térmica que requiere el sector, es equivalente a la basura que se entierra en un mes en el relleno La Pradera de Antioquia o a la de diez días en Bogotá. El objetivo, apoyado por entidades como la Cámara Colombiana de Cemento y Concreto (PROCEMCO) y la Corporación Financiera Internacional (IFC) del Banco Mundial, es aumentar esta sustitución energética al 15% para el año 2030.
Pese al potencial, el avance del co-procesamiento enfrenta desafíos como la falta de una cultura de separación de residuos en la fuente, debilidades logísticas y un marco regulatorio aún en desarrollo. La experiencia internacional demuestra el éxito de esta práctica; en países como Austria y Alemania, el co-procesamiento ya reemplaza el 85% de los combustibles fósiles en la industria cementera, mostrando el camino a seguir para que Colombia aproveche al máximo sus residuos como un recurso valioso.
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