El auge del sector de la construcción como locomotora de la economía impulsada por el gobierno nacional, se ha visto interferido por cuenta de las importaciones de cemento que entran al país, proveniente del sur de Europa, el Mediterráneo, Grecia, Turquía excedentes de China y Vietnam e incluso del Medio Oriente. Dicha mercancía ingresa al país a granel, sin empaque, son restricciones, con cero aranceles y con precio de venta que solo recupera los costos fijos.
El producto ingresa por los principales puertos del país: Barranquilla, Cartagena y Buenaventura y aunque la falta de control ha sido denunciada con antelación, a la fecha ninguna medida se ha tomado al respecto y por el contrario la apertura comercial de Colombia sigue ampliando su ingreso, lo que desde un punto de vista es positivo, pero por otro perverso y riesgoso para la economía nacional.
Según dos altos ejecutivos conocedores del tema: Juan Esteban Calle, presidente de Cementos Argos y Víctor Pavón Villamayor, presidente ejecutivo de Oxford Competition Economics quien estudia la coyuntura; son varios los factores de riesgo asociados a la importación desmedida de cemento. Por un lado está lo ambiental, dado que el manejo del producto, la preservación de su calidad y los cuidados medioambientales difieren entre los productores locales y los importadores.
Por otro, se encuentra el caso de la competencia; mantener los altos estándares de producción, calidad y cuidados ambientales generan costos adicionales los cuales se deben incluir en el precio final. Luego la competencia como tal no es el problema, pero si las reglas con las que participa cada competidor. Finalmente y como aspecto de largo plazo, se tiene que el cemento importado se ha hecho con el 55% de la demanda interna, especialmente la direccionada a vivienda, lo cual tiene dos focos de afectación. El hecho que no cumple con las normas técnicas y de sismoresistencia favoreciendo la ocurrencia de desastres y el apoyo que le genera al proceso de desindustrialización que vive el país al encontrar un espacio saturado por la competencia desleal.
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