Con la invasión rusa, el costo de los productos básicos sufrió un acelerado crecimiento y, en consecuencia, se vive una crisis alimentaria mundial.
Actualmente, el mercado de los cereales está encontrando un punto de equilibrio. Aunque se evitaron los “huracanes de hambruna” temidos por la ONU, los problemas de abastecimiento siguen presionando los precios al alza.
Expertos confirman que los precios del trigo a mediados de mayo en el mercado europeo llegaron a máximos de $440 euros la tonelada, el doble que el verano anterior, mientras el tráfico mercante estaba prácticamente paralizado en el mar Muerto. Sin embargo, en agosto habían vuelto a caer hasta los $330 euros. Según Gautier Le Molgat, analista de Agritel, los mercados han aprendido a vivir con la crisis.
Un funcionario del departamento de Estado estadounidense anunció que se espera que Ucrania exporte casi cuatro millones de toneladas de productos agrícolas en agosto, aproximadamente la misma cifra antes de la guerra.
La aceleración de las exportaciones de Ucrania fue fruto del acuerdo firmado en julio entre Kiev y Moscú, el cual permitió abrir un paso marítimo para dar salida a más de 20 millones de toneladas de maíz, trigo y girasol almacenados en Ucrania. Según el Centro de Coordinación Conjunto que supervisa el corredor, por allí han transitado 721.449 toneladas.
Por su parte, Rusia prepara su regreso a los mercados en favor de una extraordinaria cosecha de trigo, estimada en 88 millones de toneladas. Según estimaciones de la consultoría rusa SovEcon, para julio y agosto, las exportaciones rusas de trigo han caído un 27% anual. El trigo ruso es muy costoso y tiene duros competidores. El gasto de transporte y la tasa rusa de exportación alrededor de $80 dólares por tonelada, desincentiva a los agricultores para vender. Los precios elevados se pueden explicar en gran parte por las bajas exportaciones rusas, en una crisis que ha tenido menos que ver con la disponibilidad que con los precios y la logística.